Fiesta de la Inmaculada Concepción, ¿qué se celebra exactamente?

Fiesta de la Inmaculada Concepción, ¿qué se celebra exactamente?

Foto: Enfoque

El 8 de diciembre, la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que es una de las fiestas marianas más importantes del año y, en muchos países, día de precepto. Pero ¿qué se celebra exactamente?

 

Se celebra que María, desde el primer instante de su concepción en el seno de su madre, fue preservada inmune de toda mancha del pecado original por un privilegio especial y único de Dios, en previsión de los méritos de Jesucristo, su Hijo.

 

Todos los seres humanos, por el pecado de Adán y Eva, nacemos con el pecado original pero, María es la única excepción, Dios la preservó de esa mancha desde el primer momento de su existencia. No es que sus padres la concibieran sin relación conyugal, lo cual sería confundirlo con la concepción virginal de Jesús, sino que Dios aplicó de manera anticipada los méritos de la Cruz de Cristo a María.

 

Este privilegio se llama “gracia de la Inmaculada Concepción” y se justifica porque Dios quería que la mujer que sería Madre de su Hijo estuviera completamente pura y llena de gracia desde el inicio.

 

La Inmaculada Concepción suele generar confusiones, pues muchos creen que se refiere a la concepción de Jesús; sin embargo, en realidad habla de la concepción de María en el vientre de su madre. Tampoco significa que María haya nacido por generación virginal, ya que fue concebida de manera natural por sus padres, Joaquín Ana, y la doctrina señala que, desde ese primer instante, Dios la preservó del pecado original.

 

Otro error común es pensar que María “no necesitaba la redención”. De acuerdo con la enseñanza católica, sí fue redimida, pero de manera preventiva, Dios aplicó anticipadamente los méritos de Cristo a su concepción. Por ello, la Inmaculada Concepción no niega la redención, sino que la presenta como una acción divina previa y excepcional.

 

La figura de María como “nueva Eva” es parte central de la doctrina católica sobre la Inmaculada Concepción. Mientras Eva nació sin pecado pero cayó en él, María fue concebida sin pecado y permaneció fiel toda su vida. De acuerdo con la teología clásica, era conveniente que la Madre del Hijo de Dios fuera totalmente santa; como explica el argumento tradicional, “conviene que tengamos una Madre así, a ti te conviene tener una hija así”. Esta enseñanza subraya la dignidad y la misión especial que la Iglesia atribuye a la Virgen.

 

El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado oficialmente en 1854 y, pocos años después, en 1858, las apariciones de Lourdes lo reforzaron cuando la Virgen se identificó ante santa Bernardita como “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Desde entonces, esta verdad de fe ha sido un punto fundamental de la devoción mariana y una referencia constante para la comprensión católica de la pureza y el papel maternal de María en la historia de la salvación.

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