
Un estudio publicado en PubMed Central generó preocupación en la comunidad científica al confirmar que la alimentación influye directamente en la edad de aparición de la menarquía, es decir, la primera menstruación. Según los investigadores, el consumo frecuente de productos ultraprocesados y ricos en grasas saturadas está acelerando el desarrollo puberal, provocando que este ocurra antes de los 10 años, cuando anteriormente se presentaba entre los 11 y los 14.
Entre los alimentos señalados como factores de riesgo están aquellos con altos niveles de azúcares refinados, bebidas endulzadas, frituras, comida rápida y productos con grasas trans. Estos componentes alteran los niveles hormonales, en particular la liberación de estrógenos, hormona clave en el inicio del ciclo menstrual. Sin embargo, los especialistas advirtieron que no se trata de un único factor, sino de una combinación de elementos presentes en la dieta moderna.
El adelanto de la menarquía no es algo sin importancia, pues estudios previos relacionaron esta tendencia con riesgos a largo plazo como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Además, se observó una relación con alteraciones emocionales, ansiedad y depresión durante la adolescencia, lo que evidencia la necesidad de abordar el problema desde una perspectiva integral.
Aunque la genética sigue siendo un factor determinante, el entorno nutricional y la exposición a aditivos y químicos presentes en la comida industrializada están cobrando mayor relevancia.
Ante esta situación, los expertos recomendaron fomentar una dieta equilibrada desde la infancia, priorizando frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables. Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados no solo contribuye a un desarrollo adecuado, sino que también previene enfermedades crónicas.
Asimismo, los expertos enfatizaron la importancia de implementar políticas públicas enfocadas en la educación nutricional y la regulación de productos dirigidos a los niños. Los especialistas concluyeron que dejar el control únicamente en manos de las familias no es suficiente, dado el impacto de la publicidad y el fácil acceso a productos altos en azúcares y grasas.