
En las principales vialidades de la capital poblana, el alto del semáforo, lejos de ser un momento de pausa se ha convertido en un punto de tensión e incertidumbre para muchos automovilistas. La razón: la conducta agresiva y en ocasiones, violenta de algunos limpiaparabrisas que operan en estos cruces.
Recientemente, una serie de incidentes protagonizados por estas personas han captado la atención y la indignación de la sociedad, evidenciando una problemática que va más allá de un simple servicio.
Los reflectores se posaron sobre ellos tras la viralización de distintos videos en redes sociales. En uno de los casos más sonados, un limpiaparabrisas agredió con un palo a un automovilista, destrozando su parabrisas tras negarse a recibir el servicio.
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— QUÉ POCA MADRE ???????? (@QuePocaMadre_Mx) August 22, 2025
????Así fue como este sujeto, que identifican como presunto limpiaparabrisas, agredió a un #automovilista y causó daños al vehículo, en el semáforo del Bulevar Norte y la 30 Poniente, en la zona de Plaza San Pedro, en #Puebla; hasta el… pic.twitter.com/NYti9V27We
Otro video mostró a un hombre intentando besar a una conductora en un alto, mientras que un tercer suceso capturó a uno de ellos buscando pelea con el conductor de una unidad del transporte público.
Estos actos no son aislados; son la punta del iceberg de una percepción generalizada entre los poblanos, quienes a menudo se sienten intimidados por la insistencia de estos individuos.
La negativa a aceptar el servicio, que debería ser un derecho del conductor, frecuentemente deriva en insultos, golpes o amenazas.
Ante la escalada de estas conductas, la pregunta obligada es: ¿qué están haciendo las autoridades para regular esta situación? La respuesta, hasta el momento, parece ser poco.
A pesar de la flagrancia de los hechos y la alta exposición mediática, la presencia de la autoridad para regular o disuadir estas prácticas es escasa.
Los conductores se sienten desprotegidos, sin un protocolo claro al cual recurrir para denunciar estos abusos de manera efectiva y sin arriesgar su integridad.
El problema de los limpiaparabrisas en los cruces es complejo y multifactorial. Si bien no se puede generalizar, la línea entre la necesidad de ganarse la vida y la comisión de un delito se ha vuelto cada vez más delgada.
La falta de un censo, regulación o incluso supervisión por parte de las autoridades municipales o estatales permite que estas personas operen en la impunidad, lo que propicia un ambiente de abuso.
¿Qué pueden hacer los conductores?
Frente a este escenario, los conductores se encuentran en una posición vulnerable. En primer lugar, es crucial evitar confrontaciones directas. La mejor opción, en caso de sentirse amenazado o intimidado, es mantener la calma, asegurar puertas y ventanas, y no responder a las provocaciones.
Si bien la tentación de confrontar es alta, la seguridad personal debe ser la prioridad.
En caso de agresión o si el vehículo sufre daños, la recomendación es denunciar de inmediato a las autoridades, ya sea a través del 911 o directamente con la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Sin embargo, la efectividad de estas llamadas es un punto de debate constante entre los ciudadanos.
La seguridad en las calles es un derecho, no una negociación en cada semáforo.