
Siete de cada diez niños y adolescentes mexicanos consumen diariamente un refresco, incluso durante el desayuno, reveló David Kershenobich, secretario de Salud y presidente del Consejo de Salubridad General. Según explicó, este patrón alimenticio está directamente asociado al incremento de obesidad y enfermedades crónicas en edades tempranas.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cada mexicano consume en promedio 166 litros de refresco al año, situando al país entre los mayores consumidores mundiales. Kershenobich señaló: "Un mexicano consume en promedio 166 litros de refrescos al año. Somos uno de los países que más consumimos bebidas azucaradas".
El funcionario advirtió cómo este hábito cotidiano tiene consecuencias inmediatas en la salud infantil. "Siete de cada diez niños y adolescentes mexicanos consumen diariamente a menudo un refresco e incluso con el desayuno", declaró. Añadió que esta práctica se traduce en que cuatro de cada diez menores presentan sobrepeso u obesidad desde etapas tempranas.
Durante su intervención, Kershenobich afirmó que el consumo excesivo de estas bebidas se vincula con enfermedades crónicas de alto impacto. "Se atribuye en México al consumo de bebidas azucaradas uno de cada tres nuevos casos de diabetes mellitus". Además de la diabetes, mencionó riesgos de hipertensión, infartos, daño renal y tratamientos prolongados como la hemodiálisis.
Igualmente, el secretario puntualizó que el daño generado en la infancia no desaparece con el tiempo. Por el contrario, se acumula y aumenta las probabilidades de complicaciones en la edad adulta. Entre los efectos señalados se incluyen obesidad abdominal, hígado graso y cirrosis no vinculada al alcohol.
Otro punto destacado fueron las bebidas light o zero. Estudios citados por Kershenobich muestran que el consumo de dos refrescos light diarios eleva el riesgo de infarto o hemorragia cerebral, además de modificar la flora intestinal de forma perjudicial.
Finalmente, subrayó la necesidad de medidas preventivas sostenidas y campañas educativas. La estrategia busca reducir la ingesta de refrescos en la población infantil y juvenil, con apoyo en escuelas y familias.
Con un promedio nacional de 166 litros de refresco al año y la incorporación del refresco en rutinas alimenticias infantiles, la carga futura de enfermedades relacionadas con la dieta plantea desafíos significativos en prevención y educación pública. (NotiPress)