Alerta Amber y otros mecanismos de búsqueda en México

Alerta Amber y otros mecanismos de búsqueda en México

Foto: Enfoque

La desaparición de un menor de edad es una de las situaciones más angustiantes y complejas que una familia puede enfrentar. En medio de la desesperación, la activación de protocolos de búsqueda como la Alerta Amber se convierte en una luz de esperanza. 

 

Pero ¿qué es exactamente esta alerta, cómo funciona y qué tan efectiva es? Además, ¿qué otros mecanismos existen para coadyuvar en la localización de los niños y adolescentes?

 

La Alerta Amber es un sistema de notificación de emergencia que se emite para solicitar la ayuda del público en la búsqueda de menores de edad que han sido secuestrados o están en una situación de riesgo inminente. 

 

Su nombre proviene de Amber Hagerman, una niña de 9 años secuestrada y asesinada en 1996 en Texas, Estados Unidos. Su trágico caso impulsó la creación de este protocolo.

 

 

Los criterios para activar la Alerta Amber son estrictos y deben cumplirse cabalmente para garantizar su efectividad y evitar la "fatiga de alerta" en la población. Aunque pueden variar ligeramente entre países y estados, generalmente incluyen:

 

Confirmación de la desaparición, es decir, la víctima debe ser un menor de edad cuya desaparición ha sido confirmada y denunciada formalmente.

 

Riesgo de lesión grave o muerte. Las autoridades deben creer que el menor está en peligro inminente de sufrir una lesión grave o de ser asesinado. Esto puede ser por secuestro, situación de violencia intrafamiliar o al estar con un agresor conocido.

 

Descripción del menor y el secuestrador (si aplica): Se debe contar con suficiente información detallada del menor (nombre, edad, características físicas, ropa que vestía) y, en caso de secuestro, del sospechoso y/o del vehículo en el que se lo llevaron.

 

Información disponible para el público. Debe haber información útil para que la ciudadanía pueda identificar al menor, al sospechoso o al vehículo.

 

Una vez que se cumplen estos criterios y la alerta es activada por la fiscalía o la policía, la información se difunde de manera masiva y urgente a través de diversos canales: televisión, radio, redes sociales, pantallas en autopistas, correos electrónicos y mensajes de texto. 

 

 

La idea es que la población se convierta en ojos y oídos adicionales para las autoridades.

 

Otros protocolos y mecanismos de búsqueda

 

La Alerta Amber no es el único instrumento de búsqueda. En México, por ejemplo, existen otros protocolos importantes que se activan según las circunstancias del caso:

 

Tenemos el Protocolo Alba, diseñado específicamente para la búsqueda y localización de mujeres y niñas desaparecidas. A diferencia de la Alerta Amber, que se centra en el riesgo inminente, el Protocolo Alba se activa desde el momento en que se reporta la desaparición y busca coordinar a las distintas dependencias para realizar una búsqueda exhaustiva en las primeras 24 horas, consideradas cruciales.

 

El Protocolo de Búsqueda de la Fiscalía General de la República. Aunque pasó de la PGR a la FGR, sus protocolos siguen siendo una referencia. Estos establecen los pasos a seguir para la búsqueda de cualquier persona desaparecida, incluyendo menores de edad, y coordinan los esfuerzos a nivel federal.

 

Los boletines de búsqueda estatales. Las fiscalías de cada estado emiten boletines de búsqueda con la fotografía y datos del menor desaparecido. Estos boletines se difunden en sus propios canales y redes sociales, complementando los esfuerzos de las alertas nacionales.

 

 

Pero ¿qué tan efectivos son estos protocolos?

 

La efectividad de la Alerta Amber y otros protocolos es un tema de debate, pero los datos sugieren que son herramientas valiosas.

 

Se ha demostrado que la Alerta Amber ha contribuido a la localización exitosa de miles de menores a nivel mundial. Su principal fortaleza radica en la velocidad y la masividad de su difusión, que permite a la ciudadanía actuar como una red de vigilancia extendida. 

 

En muchos casos, las pistas cruciales han sido aportadas por personas que vieron la alerta en televisión o en redes sociales. Sin embargo, su efectividad se ve comprometida si se activa en casos que no cumplen los criterios, lo que podría llevar a que la gente ignore las alertas verdaderamente urgentes.

 

Respecto al Protocolo Alba y otros mecanismos, estos protocolos son efectivos al garantizar una respuesta institucional rápida y coordinada. Al no depender de la condición de "riesgo inminente", se activan desde la denuncia y buscan evitar la pérdida de tiempo vital. 

 

Su principal desafío es la falta de una coordinación fluida entre todas las dependencias involucradas y en ocasiones, la burocracia que puede ralentizar la respuesta inicial.

 

El éxito de todos estos protocolos depende no solo de la infraestructura y el compromiso de las autoridades, sino también de la colaboración ciudadana.

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