
El Mundial de Clubes en su nuevo formato no solo ha traído espectáculo internacional y competencia de alto nivel, sino también ha dejado en evidencia la enorme desigualdad económica entre los clubes participantes y lo que se vive en ligas locales como la Liga MX.
Un caso que ha sorprendido a muchos es el del Auckland City, equipo semiprofesional de Nueva Zelanda, que logró embolsarse cerca de 5 millones de euros tras conseguir un solo empate en la fase de grupos del torneo. Un ingreso significativo para una institución con recursos limitados, que incluso supera por mucho lo que puede ganar un club campeón en México.
Del otro lado del espectro, el Manchester City ya ha generado 51 millones de euros hasta la fase de grupos. Esta cifra refleja no solo los premios del torneo, sino también los acuerdos comerciales y beneficios colaterales que vienen con su participación y éxito internacional.
Este panorama contrasta radicalmente con la realidad en la Liga MX, donde el premio económico para el campeón es notablemente inferior. El caso más reciente es el del Toluca, que se coronó en el Clausura 2025 y, aunque la liga no hace público el premio, según algunos periodistas la bolsa aproximada es 4.1 millones de dólares. Una cifra modesta si se compara con los millones que se mueven en otros torneos internacionales.
Este tipo de desigualdades pone sobre la mesa la necesidad urgente de replantear la estructura económica del futbol mexicano. Si bien la Liga MX cuenta con una sólida base de aficionados y buena infraestructura, los incentivos económicos para los clubes, especialmente en torneos nacionales, son limitados.
Además, este desfase complica la competitividad internacional de los equipos mexicanos, ya que, sin una retribución económica proporcional al esfuerzo deportivo, es difícil que los clubes inviertan a gran escala en talento, desarrollo de infraestructura y fortalecimiento de sus plantillas.