
La Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene bajo vigilancia a la subvariante NB.1.8.1 del SARS-CoV-2, tras su creciente circulación en regiones de América, Europa y el Pacífico Occidental. Según un informe emitido el 23 de mayo por el Grupo Asesor Técnico sobre la Evolución de los Virus, este sublinaje de ómicron apareció por primera vez a finales de enero de 2025 y para el 18 de mayo ya se encontraba presente en 22 países.
Durante las semanas epidemiológicas 14 a 17, esta variante representó un aumento significativo en las secuencias globales reportadas, pasando de 2.5% a 10.7%. El monitoreo detallado permite a los organismos sanitarios anticiparse a comportamientos virales, aunque NB.1.8.1 no esté asociada con un incremento en hospitalizaciones o muertes relacionadas con la COVID-19.
Así, el sistema internacional de vigilancia se basa en la secuenciación genómica, herramienta fundamental para identificar alteraciones en el material genético del virus. Mediante esta tecnología, laboratorios de todo el mundo comparten datos en plataformas abiertas, las cuales permiten trazar el movimiento y la evolución del patógeno en tiempo real. A pesar de presentar síntomas similares a otras versiones del virus, esta subvariante puede eludir parcialmente la respuesta de anticuerpos desarrollados por infecciones anteriores.
Las mutaciones detectadas en la proteína spike podrían aumentar la capacidad de transmisión del virus. Según el análisis de la OMS, estas modificaciones no suponen una mayor severidad clínica. Los antivirales, incluidos nirmatrelvir, continúan mostrando eficacia, y las vacunas actuales se mantienen efectivas para prevenir cuadros sintomáticos y complicaciones graves.
El Sudeste Asiático reportó solamente cinco secuencias de NB.1.8.1, mientras que en África y el Mediterráneo Oriental no se registró presencia alguna de esta variante al corte del informe. La OMS señaló que la vigilancia activa debe continuar, dado el dinamismo con el cual se comporta el SARS-CoV-2 y su capacidad de generar sublinajes con potencial epidemiológico relevante.
Igualmente, la vigilancia basada en secuencias permite detectar cambios antes de que estos se traduzcan en brotes o aumentos de gravedad. Este enfoque científico, impulsado por la colaboración internacional, resulta crucial para entender la circulación del virus sin necesidad de esperar manifestaciones clínicas diferenciadas.
Además de los estudios genéticos, la OMS ha creado un comité asesor para reforzar la preparación de los países ante futuras amenazas sanitarias. Esta estructura busca establecer estrategias de prevención a largo plazo, a partir de los aprendizajes derivados de la pandemia y del seguimiento de variantes como NB.1.8.1.
Finalmente, la organización reiteró que, aunque no existan indicios de mayor peligrosidad, la naturaleza reciente de la COVID-19 obliga a mantener medidas de observación rigurosas. La colaboración entre redes de laboratorios y organismos de salud pública continúa siendo clave para responder con prontitud a cualquier cambio en el comportamiento viral. (NotiPress)