
Un misterio biológico captó la atención de la comunidad científica en el noreste de Brasil, cuando se descubrió un rebaño de cabras que logró no solo sobrevivir, sino prosperar durante más de 250 años en una isla sin fuentes conocidas de agua dulce. Se trata de Santa Bárbara, una de las islas volcánicas del archipiélago de Abrolhos, donde estos animales vivieron aislados y sin intervención humana desde el periodo colonial.
Aunque no se sabe cómo llegaron allí, se cree que fueron llevadas por colonizadores como parte del ganado destinado a su alimentación, y que fueron olvidadas cuando aquellos abandonaron la isla. Desde entonces, y pese a las condiciones áridas del lugar, las cabras se reprodujeron, adaptándose a un entorno que parecía imposible para su supervivencia.
Tras darse a conocer esta situación, el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) retiró a las últimas 27 cabras del islote, ya que, según los expertos, su presencia amenazaba el ecosistema local, especialmente a siete especies de aves marinas que anidan en la zona.
Sin embargo, lejos de ser sacrificadas, las cabras fueron trasladadas para ser estudiadas, pues su asombrosa capacidad de resistencia planteó varias interrogantes que los científicos aún no logran responder. A lo largo del tiempo de observación, nunca se les vio beber agua, lo que abre la posibilidad de adaptaciones fisiológicas inéditas.
Algunas hipótesis sugieren que podrían haber aprendido a consumir agua de mar, transmitiendo esta conducta a sus crías, mientras que otros señalan a la verdolaga, una planta abundante en la isla con alto contenido de agua, como fuente clave de hidratación. Además, los científicos destacan que la mayoría de los partos eran de gemelos, lo que indica que los animales estaban en buen estado de salud y bien alimentados.
Ahora, el enigma que dejaron estas cabras podría ofrecer respuestas valiosas, ya que comprender los mecanismos que les permitieron sobrevivir en condiciones tan adversas podría contribuir al desarrollo de razas más resistentes, capaces de enfrentar los resultados del cambio climático y prosperar en zonas áridas como las del noreste brasileño.