
Durante años, los coches eléctricos han sido vistos como una promesa tecnológica capaz de frenar el calentamiento global y reemplazar a los contaminantes motores de combustión. Sin embargo, un estudio cuestionó esa visión y advirtió que, sin una red eléctrica sustentada en fuentes renovables, el impacto ambiental de estos vehículos puede ser negativo.
Investigadores de las universidades de Auckland y Xiamen analizaron datos de 26 países durante un periodo de 15 años y concluyeron que los beneficios reales de los vehículos eléctricos solo se manifiestan cuando al menos 48 % de la electricidad proviene de energías limpias. De lo contrario, al depender de electricidad generada por carbón o gas, estos autos podrían emitir más CO2 que un vehículo de gasolina moderno.
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Este hallazgo puso en duda la narrativa de que los autos eléctricos son la solución, ya que aunque no emiten contaminantes directamente y son cada vez más comunes gracias a los incentivos públicos, el problema está en el origen de la energía que los alimenta y en la huella ecológica de fabricar sus baterías.
En países con una matriz energética basada en combustibles fósiles, el aumento de la demanda eléctrica que generan estos autos activa aún más producción contaminante, lo que provoca un efecto rebote que no solo reduce los beneficios esperados, sino que puede empeorar el panorama climático. En contraste, naciones como Noruega o Nueva Zelanda, con redes energéticas mayoritariamente limpias, ya están viendo efectos positivos en sus niveles de emisiones.
El estudio asegura que promover los coches eléctricos sin una transición paralela hacia energías renovables es una estrategia a medias, ya que la descarbonización del transporte solo funcionará si se transforma también el modelo energético, lo que implica inversiones en infraestructura, almacenamiento de energía, y políticas que favorezcan el consumo eléctrico en horarios donde la oferta renovable es mayor.
Además, se señala que los autos eléctricos deben integrarse en un conjunto más amplio de soluciones que van desde la planificación urbana y la eficiencia energética hasta el fortalecimiento del transporte público y el desarrollo de tecnologías verdes.
Aunque los vehículos eléctricos siguen siendo importantes para un futuro sostenible, su eficacia depende del contexto, y si no se acompaña su uso con una transformación profunda del sistema eléctrico, podrían dejar de ser una solución y pasar a formar parte del problema.