
La semana pasada Donald Trump, presidente de la economía más grande del mundo impuso aranceles al comercio internacional que van del 10 al 60% para algunos países. La respuesta de China, la segunda economía más grande, fueron aranceles recíprocos. Los mercados financieros experimentaron la peor caída desde la pandemia, ¿anuncian una crisis mundial?
Los aranceles que ha impuesto Estados Unidos y China son los mayores desde la segunda guerra mundial, de hecho, considerando la respuesta de muchos países, a partir de este mes tendremos las mayores restricciones al comercio internacional de la era contemporánea. Esto significa el fin de una era, la vuelta al proteccionismo y, muy posiblemente, el fin de la globalización.
Esto sin duda no debe banalizarse y exige un espacio mayor de reflexión, incluso como obligación de todos las universidades y centros de investigación se deberían estar organizando foros y reuniones para discutir los nuevos planteamientos económicos, sociales y políticos que nos esperan.
De entrada, los mercados financieros se desplomaron desde el jueves; el día de hoy lunes los mercados asiáticos cerraron con fuertes pérdidas. El índice Nikkei de Japón perdió todas las ganancias acumuladas desde mayo de 2023, la caída es más profunda que la ocurrida en la pandemia de Covid-19, como se aprecia en la gráfica siguiente. Seguramente la caída contagiará a las bolsas en Occidente.
Elaboración propia
En términos concretos, una caída en los mercados financieros no afecta a los ciudadanos de a pie y podríamos soslayar las pérdidas que en Estados Unidos acumulan 11 billones de dólares. Pero, el problema es el contagio con los mercados reales, los mercados industriales.
Gravar con aranceles las mercancías significará una contracción del mercado internacional; en el corto plazo, muchos productos de primera necesidad no podrán ser sustituidos por lo que es de esperarse un golpe inflacionario, sobre todo a los bolsillos de los estadounidenses. Los productos no esenciales podrían eliminarse (al menos temporalmente) del consumo lo que se traduce en una caída en la producción. Los sectores más afectados: automotriz, telefonía celular, comunicaciones e inteligencia artificial. Esto significa una crisis económica mundial.
Hay agravantes que nos hacen suponer que esta crisis será mayor que la de 2020, que a su vez fue la peor crisis de la historia. Al igual que en 2020, muchos gobiernos están optando por confinar a sus países y aislarlos de la producción mundial, sin embargo, a diferencia de hace 5 años, no nos hemos recuperado del todo y arrastramos una inflación persistente y una enorme deuda pública y privada, por lo que los gobiernos tienen poco margen para aplicar políticas fiscales o monetarias efectivas.
Los países más pobres serán los más afectados, muchos de ellos, como los africanos, podrían privarse de alimentos y enfrentarse a una hambruna; en Latinoamérica el riesgo es el cambio en el flujo de capital: los inversionistas recurrirán a refugios seguros (como el oro o los bonos del tesoro de Estados Unidos) y abandonarán los mercados locales, el eslabón más débil es Argentina que no resistiría la prueba de confianza (riesgo-país), su caída provocaría un efecto dominó en la región.
Hay que sumar un elemento adicional: las tensiones geopolíticas están en el punto más álgido desde antes de la segunda guerra mundial. El fin de la globalización también fortalecerá los discursos nacionalistas de cada país, la xenofobia, la violencia contra los migrantes, las agresiones militares entre países vecinos rivales se volverán más constantes.
¿Cómo prepararnos? Como siempre lo decimos en Economía, los indicadores nos sirven para prevenir y adelantarnos a los peligros que por su naturaleza no podemos detener, entonces, no caigamos en pánico, nuestro país está bien preparado, tiene buenos fundamentos macroeconómicos (deuda, inflación y empleo), hay un plan de industrialización (el Plan México, que se ha puesto en marcha con anticipación) y tenemos una presidenta honesta.
Pero además, como individuos nos podemos preparar si revisamos nuestro nivel de endeudamiento con altos intereses y tratar de convertirlo a créditos de tasas bajas; tener fondos de emergencia lo que significa incrementar el ahorro líquido; si es posible diversificar el ingreso es un buen momento de buscar opciones y si se cuenta con algún ahorro la recomendación es dirigir un porcentaje importante a un fondo de inversión con rendimiento superiores a la inflación (Cetes) o comprar activos, ya que en las crisis el dinero en efectivo pierde valor rápidamente. Mantengámonos informados, unidos y organizados, como siempre, ¡venceremos!
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras
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