
Niños de primaria en Ciudad de México transformaron una norma de salud escolar en una oportunidad de negocio. A raíz de la prohibición de vender comida chatarra dentro de planteles educativos, estudiantes idearon formas creativas para introducir y comerciar estos productos entre sus compañeros. Los más pequeños se rebelaron contra el sistema y pusieron la imaginación al servicio de la comunidad estudiantil.
Tras la entrada en vigor de la normativa impulsada por la titular del Ejecutivo, Claudia Sheinbaum, en las primarias de diferentes alcaldías de la ciudad, los cambios fueron inmediatos. Desde el 1 de abril de 2025, las cooperativas escolares reemplazaron su oferta habitual por frutas, botanas saludables y agua simple, eliminando por completo papas fritas, dulces procesados y bebidas azucaradas.
Mientras el Gobierno esperaba una adaptación progresiva, surgió lo inesperado. En un caso, un alumno de tercer grado, comenzó a vender gomitas, frituras y dulces empaquetados durante el recreo. Su lonchera doble fondo pronto se convirtió en un símbolo del nuevo mercado negro escolar.
En tanto, otros compañeros se sumaron. Una niña de quinto grado, lleva un termo de dos litros con agua caliente para preparar y vender sopas instantáneas. Un menor de sexto ofrece jugos procesados y refrescos fríos que guarda en una mochila térmica. Según testimonios recogidos por NotiPress, una docente expresó que a partir de la prohibición detonó la creatividad de los alumnos y activó la motivación.
Por su parte, la clásica cooperativa escolar, administrada por una señora, experimentó una caída del 80% en ventas. De ofrecer tacos dorados y golosinas, ahora vende frutas picadas, avena y agua. Sin embargo, los estudiantes evitan sus productos con frases como "nada está bueno", según el relató la encargada.
A pesar del control dentro del plantel, el comercio se extendió al exterior de las escuelas. Vendedores ambulantes también han modificado su oferta, pero enfrentan el desinterés estudiantil. "Nos preguntan por papas, pero no podemos venderlas. Las ventas bajaron muchísimo", aseguró.
La medida oficial busca reducir enfermedades relacionadas con la mala alimentación en menores de edad. Sin embargo, la implementación reveló una respuesta creativa por parte de los alumnos, quienes adaptaron sus hábitos no con resignación, sino con una sorprendente capacidad de emprendimiento informal.
Docentes y directivos observan más con preocupación escepticismo el fenómeno del emprendimiento informal. Aunque celebran la intención detrás de la norma, coinciden en que los estudiantes hallaron la forma de eludirla. El ciclo escolar apenas cruza su primer mes con la prohibición vigente, pero ya deja una lección inesperada: la creatividad infantil no tiene límites, incluso frente a las reglas. (NotiPress)