
Un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en colaboración con la Sociedad Química Americana (ACS) demostró que al masticar chicle, aunque parece una actividad inofensiva, se liberan miles de partículas plásticas en la saliva, las cuales terminan siendo tragadas.
“Sabemos que estamos expuestos a los plásticos en nuestra vida diaria, y eso es lo que queríamos examinar aquí”, señaló Sanjay Mohanty, autora principal.
Después de analizar diez marcas comerciales, tanto sintéticas como naturales, se demostró que ambas liberan cantidades similares de microplásticos al ser masticadas. “Esperábamos que los chicles sintéticos, por su composición plástica, fueran los principales culpables, pero no fue así”, aseguró Lisa Lowe, coautora del estudio.
Durante el experimento, un voluntario masticó varias piezas de cada marca durante al menos cuatro minutos. Tras recolectar muestras de saliva, se halló que en promedio se libran 100 microplásticos por gramo de chicle, llegando a picos de 600 partículas. Teniendo en consideración que cada pieza pesa entre 2 y 6 gramos, significa que una unidad podría soltar hasta 3,000 fragmentos de plástico.
Las personas que tienen el gusto por masticar chicle, llegan a consumir entre 160 y 180 chicles al año, por lo que podrían estar ingiriendo 30,000 microplásticos al año. Aunque aún se desconoce su verdadero impacto en la salud, algunas investigaciones señalan que podría haber riesgos en las células.
“El plástico que se libera en la saliva es una pequeña fracción del presente en la goma de mascar. Así que, cuida el medioambiente y no lo tires afuera ni lo pegues en la pared. Sino se desecha correctamente, también es otra fuente de contaminación plástica para el medioambiente”, señaló Mohanty, quien indicó que la mayoría de estos residuos contienen poliolefinas, polietileno y otros plásticos persistentes.