En México, la tuberculosis (TB) persiste como un desafío de salud pública, con una tasa estimada de 23 casos por cada 100,000 habitantes en 2019, lo que equivale a 23,000 personas afectadas. A pesar de los esfuerzos globales por reducir su incidencia, en nuestro país las cifras se mantienen estables, contrastando con la disminución observada a nivel mundial.
A propósito del Día Mundial contra la Tuberculosis, es necesario reflexionar sobre cómo esta enfermedad y otras más siguen siendo un problema de salud pública en México, especialmente en los sectores más desfavorecidos.
La tuberculosis en la pobreza
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que principalmente afecta a los pulmones y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2023 se registraron alrededor de 10.8 millones de casos de tuberculosis a nivel mundial.
México, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, se reportaron aproximadamente 30,000 casos nuevos de tuberculosis en el mismo año, con mayor incidencia en Chiapas, Guerrero y Veracruz.
La tuberculosis está fuertemente ligada a la pobreza, porque las personas en situación de pobreza tienen mayor riesgo de contraer la enfermedad debido a factores como el hacinamiento, la mala nutrición y la falta de acceso a servicios de salud.
En México, a pesar de que el diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis son gratuitos, la pobreza sigue siendo un factor que dificulta el control de la enfermedad. Muchos pacientes abandonan el tratamiento debido a la falta de recursos y la necesidad de trabajar, lo que aumenta el riesgo de que desarrollen tuberculosis multidrogorresistente, es decir que es resistente a más de un medicamento antibacteriano.
Otras enfermedades que afectan a los sectores marginados
Además de la tuberculosis, otras enfermedades prevalecen en los sectores marginados de México:
Enfermedades infecciosas: Las enfermedades diarreicas, las infecciones respiratorias agudas y las enfermedades de la piel son comunes debido a la falta de acceso a agua potable, saneamiento e higiene.
Enfermedades crónicas: La diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares están aumentando en los sectores marginados debido a la mala alimentación y la falta de acceso a servicios de salud.
Entre 2010 y 2020, se reportó un creciente número de muertes por diabetes en localidades con un alto porcentaje de población indígena, así como en sitios con un grado de marginación medio y alto.
Desnutrición: La desnutrición infantil es un problema grave en las zonas marginadas, lo que afecta el desarrollo físico y mental de los niños.
Salud mental: La depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales son más comunes en los sectores marginados debido al estrés, la violencia y la falta de oportunidades. Mientras que se estima que en áreas urbanas marginadas el 20.2% de la población sufre de depresión
Enfermedades tropicales desatendidas (ETDs): el dengue afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más pobres y marginadas, perpetuando el ciclo de pobreza y enfermedad.
Hemos visto cómo la tuberculosis, las enfermedades infecciosas, las enfermedades crónicas y otros padecimientos prevalecen en los sectores más vulnerables de México, debido a la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud y las condiciones de vida precarias.
Para revertir esta situación, es fundamental invertir en programas de prevención y promoción de la salud, fortalecer la infraestructura sanitaria en las zonas marginadas, garantizar el acceso a agua potable y saneamiento, y abordar las causas estructurales de la desigualdad.