El robo de cable, negocio ilegal que amenaza la infraestructura y la seguridad

El robo de cable, negocio ilegal que amenaza la infraestructura y la seguridad

Foto: FreePik y Enfoque

El robo de cable es un fenómeno que ha aumentado en las últimas décadas en diversas partes de México, y por supuesto Puebla. Aunque pueda parecer un delito menor, los efectos de este crimen afectan profundamente la vida cotidiana de los ciudadanos, interrumpiendo servicios esenciales como la electricidad, el internet y las comunicaciones.

 

Pero ¿para qué se roba el cable? ¿Qué utilidad tiene para los delincuentes?

 

El cable robado tiene un valor tanto en su material como en su venta. Los cables, especialmente los de telecomunicaciones y energía eléctrica, están compuestos por materiales valiosos como el cobre y el aluminio, que tienen un alto costo en el mercado negro.

 

El cobre, en particular, es un metal muy demandado debido a su conductividad eléctrica, lo que lo hace indispensable en una variedad de industrias. Esto convierte al cable robado en un “producto” con una alta tasa de reventa, principalmente en chatarreras y comercios que adquieren este material sin hacer preguntas.

 

El metal que extraen de los cables es desmantelado y fundido para su reventa, lo que genera ganancias rápidas para los delincuentes.

 

En algunos casos, las bandas organizadas son responsables de llevar a cabo estos robos de forma sistemática, movilizando grandes cantidades de cobre a través de diversos puntos de venta para evitar ser detectados por las autoridades.

 

La comisión de este ilícito ha adquirido proporciones alarmantes, tanto en Puebla como en el resto del país. En las últimas décadas, el aumento de la infraestructura de telecomunicaciones y la expansión de la red eléctrica ha dado lugar a una mayor cantidad de cables susceptibles a ser sustraídos.

 

La falta de vigilancia adecuada en áreas alejadas o de difícil acceso también contribuye a este tipo de robos. En Puebla capital y en diversas regiones del estado, los robos se concentran principalmente en las zonas periféricas y en comunidades rurales, donde las autoridades tienen menos presencia.

 

Las autoridades locales han reportado un incremento de este tipo de crímenes en los últimos años, especialmente en lo que respecta a la extracción de cable de cobre.

 

Por ejemplo, el robo de cable de telecomunicaciones y energía ha afectado tanto a empresas privadas como a dependencias gubernamentales encargadas de brindar servicios públicos.

 

Además, genera efectos devastadores en la comunidad. Uno de los más evidentes es la interrupción de los servicios que estos cables proveen. La suspensión de la energía eléctrica afecta a miles de hogares, y el robo de cables de telecomunicaciones corta las líneas de internet y telefonía, generando un caos en los usuarios y negocios que dependen de estos servicios para operar.

 

En algunos casos, el robo de cable de señalización de semáforos en ciudades también ha generado accidentes viales, ya que los conductores se ven desorientados por la falta de señales.

 

También genera un gran costo económico tanto para las empresas como para el gobierno local.

 

Según los datos de la Secretaría de Seguridad Pública, el robo de cable genera pérdidas millonarias al año, pues no solo implica la reposición del material robado, sino también los costos derivados de las interrupciones de servicios y el tiempo que se invierte en reparaciones y restablecimiento de la infraestructura.

 

El robo de cables se lleva a cabo regularmente por la noche, utilizando herramientas de corte específicas para despojar los cables de sus materiales.

 

Los cables, en su mayoría, son cortados y luego arrastrados hacia sitios donde pueden ser transportados fácilmente, como vehículos de carga. En algunos casos, las bandas organizadas tienen contacto con chatarreros que están dispuestos a comprar el cobre robado a precios bajos.

 

Las autoridades han identificado a grupos criminales que operan en Puebla y otras partes del país, quienes se encargan de desmantelar la infraestructura de telecomunicaciones y electricidad de manera sistemática. Estos grupos buscan vender los cables robados en puntos donde la venta de metales reciclados no es monitoreada adecuadamente.

 

A pesar de que las autoridades han implementado algunas medidas de seguridad, como patrullajes y sistemas de monitoreo en zonas críticas, el robo de cables sigue siendo un desafío.

 

La falta de regulación en algunos puntos de venta de chatarra y la inexistencia de una cadena de custodia adecuada para los materiales reciclados dificulta la persecución de estos delitos.

 

Una de las estrategias más importantes para reducir el robo de cables es mejorar la vigilancia en áreas vulnerables y reforzar las sanciones para quienes compren metales robados sin cuestionar su origen.

 

Las autoridades también deben colaborar estrechamente con empresas de telecomunicaciones y electricidad para que la reposición de cables robados sea más eficiente, minimizando el impacto en los usuarios.

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