El equinoccio de primavera, que ocurre alrededor del 20 de marzo en el hemisferio norte, marca el inicio oficial de la primavera. Este 2025, este acontecimiento es el 20 de marzo a las 5:01 a.m.
Este fenómeno astronómico, en el que el Sol cruza el ecuador terrestre, no solo señala un cambio de estación, sino que también simboliza un momento relevante para muchas culturas a lo largo de la historia.
¿Qué es el equinoccio de primavera y por qué atrae tanta atención?
El equinoccio de primavera es el momento exacto en que el Sol se encuentra en el plano del ecuador celeste, resultando en una igualdad casi exacta entre el día y la noche en todo el mundo. Y simboliza el cambio de estación, dejando atrás los días fríos del invierno para dar paso al renacimiento de la naturaleza. Durante esta época, las temperaturas comienzan a subir, las flores florecen y los animales regresan de su hibernación o migración.
Este fenómeno se da dos veces al año, pero el de marzo es especialmente significativo, ya que marca el comienzo de la estación más cálida, llena de luz, crecimiento y renovación con lo que generalmente se cree que es el momento óptimo de carga de energía.
Zonas arqueológicas, puntos clave para rituales
Muchas personas acuden a zonas arqueológicas durante el equinoccio debido a su conexión histórica con los ciclos solares. En muchas civilizaciones antiguas, el equinoccio de primavera era considerado un momento trascendental, relacionado con ciclos cósmicos y agrícolas, donde las antiguas culturas mesoamericanas, como los mayas, mexicas y zapotecas, tenían una comprensión profunda de los movimientos celestes, y el equinoccio era un acontecimiento observado y celebrado con rituales que alineaban los templos y pirámides con las estrellas y el sol.
Un ejemplo emblemático es Chichén Itzá en México, donde la pirámide de Kukulkán proyecta un juego de luces que simula el descenso de una serpiente. Este fenómeno refleja el conocimiento astronómico avanzado de las civilizaciones antiguas y su sincronización con sucesos celestes.
Además, muchos habitantes de zonas cercanas a estos sitios arqueológicos, así como turistas, se agrupan en los puntos más altos o en los centros ceremoniales para recibir la primera luz del día, como una forma de conectarse con el cosmos y con sus ancestros “de una manera más pura y cercana”.
Sin embargo, no hay evidencia de que las civilizaciones prehispánicas hicieran rituales específicos de "carga de energía" en los equinoccios, pero sí celebraban el renacimiento de la naturaleza y el inicio de la temporada agrícola.
Rituales para recibir el equinoccio
El equinoccio de primavera no solo es un fenómeno astronómico, sino también una ocasión para celebrar la vida, la fertilidad y el ciclo natural, por lo que muchas personas se acercan a zonas arqueológicas para rendir homenaje al sol y la naturaleza de diferentes maneras. Algunos ejemplos incluyen:
Rituales de gratitud y renovación personal: muchas personas hacen ceremonias simples al aire libre, meditan, plantan semillas o dan ofrendas a la tierra (agua, flores o miel). Estas prácticas buscan conectar con las energías de crecimiento y transformación propias de la primavera.
Encendido de velas: En algunos rituales se utilizan velas verdes (representando la tierra), amarillas (el sol) y blancas (la pureza), acompañadas de meditaciones sobre nuevos comienzos.
Danzas y ofrendas: Muchas personas se acercan a zonas arqueológicas para rendir homenaje al sol y la naturaleza. Entre los rituales más comunes se incluyen meditaciones, danzas, ofrendas de flores y hasta el encendido de fogatas, con el fin de atraer la energía renovadora de la estación.
Vestirse de blanco: durante el equinoccio de primavera es una práctica que ha ganado popularidad en las últimas décadas, especialmente en México y otros lugares donde se visitan zonas arqueológicas.
El color blanco se asocia con varios conceptos positivos como pureza e inocencia, pues representa un nuevo comienzo, dejando atrás acciones pasadas y abriéndose a nuevas posibilidades.
Asimismo, representa renovación y limpieza, porque simboliza la disposición para limpiar las mentes y corazones, preparándose para nuevas energías y experiencias.
La energía positiva también tiene que ver con el blanco, pues aunque no tiene fundamento científico se cree que el blanco ayuda a atraer energía positiva y a rodearse de tranquilidad y paz.
Por último, conexión espiritual, que se relaciona con la espiritualidad individual y el contacto profundo con la naturaleza durante esta estación.