Autonomía universitaria, el pilar de la educación superior mexicana

Autonomía universitaria, el pilar de la educación superior mexicana

Foto: Enfoque

El paro estudiantil en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), que comenzó hace poco más de 15 días, ha sacudido no solo a la comunidad universitaria, sino también a varios sectores y organizaciones de la sociedad. 

 

Debido a la prolongación de esta crisis, que incluso ha atraído temas políticos, también ha puesto al gobierno en una situación complicada. Durante este tiempo, se ha cuestionado tanto al gobierno estatal como al federal sobre cómo podrían colaborar para solucionar este problema, a lo que han respondido que respetarán la autonomía de la institución, por lo que no intervendrían más allá de que fuese solicitado. Por ello este concepto, aunque muchas veces se da por sentado, sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la educación superior en México.

 

¿Qué significa la autonomía universitaria? ¿Cómo surgió?

 

La autonomía universitaria se refiere a la independencia política y administrativa de una universidad respecto de factores externos, como el poder político o gubernamental. Esto significa que la universidad tiene el derecho de elegir sus propias autoridades, decidir sus planes de estudio y gestionar sus recursos financieros sin interferencia externa.

 

La autonomía institucional permite a las escuelas adaptarse mejor a las necesidades locales y mejorar la calidad del servicio educativo, además de fomentar el compromiso de la comunidad educativa en la toma de decisiones

 

En tanto, la idea de la autonomía universitaria en México comenzó a tomar forma desde el proyecto de creación de la Universidad Nacional, presentado por el entonces político Justo Sierra en 1881. Sin embargo, no fue hasta años después que el movimiento ganó fuerza.

 

En 1917, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo se convirtió en la primera universidad autónoma de México, cuando el gobernador Pascual Ortiz Rubio le otorgó autonomía el 5 de octubre de ese año. Aunque dicha autonomía fue limitada en las siguientes leyes orgánicas, marcó un precedente importante.

 

Movimiento Estudiantil de 1929

 

Fue entonces, cuando el movimiento estudiantil en la Universidad Nacional de México (UNAM) en mayo de 1929 marcó un punto de inflexión. Los estudiantes exigieron autonomía, lo que llevó a la promulgación de la Ley Orgánica de la UNAM el 10 de julio de ese año. Esta ley otorgó a la universidad autonomía técnica, administrativa y económica.

 

Por lo cual, la autonomía de la UNAM se convirtió en un modelo para otras universidades mexicanas, estableciendo un precedente legal y político que permitió a las instituciones educativas superiores gestionarse de manera independiente.

 

Asimismo, la BUAP obtuvo su autonomía el 23 de noviembre de 1956. Este logro fue el resultado de una prolongada lucha estudiantil y académica que buscaba independizar a la institución del control gubernamental y fue la legislatura local la que aprobó la Ley Orgánica de la Universidad que otorgó a la universidad el derecho a elegir sus autoridades, administrar sus bienes y personal, y desarrollar investigaciones sin interferencias externas

 

Sin embargo, en Puebla, hay varias instituciones educativas que no gozan de la misma autonomía que la BUAP. A continuación, algunos ejemplos:

 

 Institutos Tecnológicos

 

Los institutos tecnológicos, como el Instituto Tecnológico de Puebla (ITP) en sus diferentes sedes, son instituciones públicas que forman parte del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos. Aunque son instituciones públicas, su autonomía es más limitada en comparación con las universidades autónomas, ya que están sujetas a regulaciones federales y estatales específicas.

 

Universidades Privadas

 

Instituciones como la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) o la Universidad Interamericana de Puebla son universidades privadas que no tienen la misma autonomía legalmente reconocida que las universidades públicas autónomas. Sin embargo, su naturaleza privada les permite cierta flexibilidad en la gestión de sus programas y recursos.

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