El “arca de Noé” de los corales: dos científicas luchan por salvar arrecifes del Caribe

El “arca de Noé” de los corales: dos científicas luchan por salvar arrecifes del Caribe

Foto: FreePik

Una enfermedad aún sin identificar ha devastado el 40% de los corales en el Caribe mexicano desde 2019, poniendo en riesgo la supervivencia de múltiples especies marinas. En medio de esta crisis, el Biorrepositorio Mexicano de Corales se erige como la última esperanza para los arrecifes afectados. Este banco de células, ubicado en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM en Puerto Morelos, es liderado por las científicas Anastazia Teresa Banaszak y María Victoria Grosso, quienes conservan material genético de corales a -196°C en nitrógeno líquido, con el objetivo de asegurar su reproducción futura.

 

El síndrome blanco, enfermedad que destruye el tejido vivo de los corales y los deja expuestos en su esqueleto, avanza rápidamente, afectando 25 de las 48 especies existentes en la región. A pesar de cinco años de investigaciones, no se ha determinado si el causante es un virus, una bacteria o la contaminación marina. Lorenzo Álvarez Filip, investigador de la UNAM, señala que la letalidad es mayor en zonas con intenso desarrollo urbano y hotelero.

 

El Biorrepositorio, inaugurado en 2017, resguarda actualmente 130 genotipos de cinco especies en riesgo crítico. "Con solo 10 genotipos se puede cubrir la diversidad genética de una especie, pero nosotros buscamos almacenar mucho más", afirma Banaszak. Este banco es único en América Latina y ha logrado con éxito la fertilización asistida con esperma criopreservado, generando pólipos que se mantienen en laboratorio antes de reintroducirse al mar.

 

Sin embargo, el proceso enfrenta limitaciones. Actualmente, solo los espermas pueden congelarse, dejando a los óvulos y pólipos vulnerables a la extinción. Grosso destaca la urgencia de implementar técnicas avanzadas como la vitrificación para conservar embriones completos. "Si las especies desaparecen antes de dominar esta técnica, todo el material preservado perdería su utilidad", advierte.

 

El trabajo de estas científicas es vital no solo para los corales sino también para los ecosistemas que dependen de ellos. Los arrecifes del Caribe albergan el 30% de la biodiversidad marina y sostienen actividades turísticas clave para la economía local. "Tenemos la responsabilidad de proteger esta biodiversidad y devolverla al mar en las mejores condiciones", concluye Grosso. (Notipress)

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