México logró esquivar, al menos de manera temporal, un golpe que habría ido directo a su economía. Luego de que la presidenta, Claudia Sheinbaum, se comunicara con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este decidió dar marcha atrás con los aranceles del 25% que había prometido aplicar a los productos mexicanos. A cambio, la mandataria mexicana prometió desplegar 10 mil elementos de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera para detener el flujo de migrantes y el contrabando de fentanilo. No obstante, las condiciones aceptadas por Sheinbaum pueden estar dejando de lado esa inflexible defensa a los migrantes que pregonaba antes que la amenaza arancelaria fuera puesta sobre la mesa.
Días después de que el mundo se enterara quien sería el próximo presidente de Estados Unidos, la presidenta Sheinbaum lanzó una acérrima defensa de los migrantes los cuales deciden cruzar la frontera norte. Donald Trump, quien regresaba a la Casa Blanca con un discurso mucho más agresivo contra los inmigrantes, abogaba más que nunca por una deportación masiva. Sheinbaum, por su parte, rechazó en conferencia de prensa la criminalización de los migrantes. "No estoy de acuerdo en que se trate como criminales a los migrantes; para eso existen las instituciones de justicia en cualquier lugar del mundo", afirmó en su habitual mañanera.
En los días previos a la asunción de Trump, Sheinbaum se pronunció nuevamente a favor de los migrantes llamándolos "héroes y heroínas" y prometiendo implementar acciones para ayudar a los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Pero por sobre todo, llamó a no relacionar la violencia con los migrantes, señalando que el 99% de las personas deben migrar por necesidad.
Sin embargo, Trump, una vez en la Oficina Oval, no dudó en llevar a cabo su principal estrategia de campaña y realizar deportaciones masivas a migrantes indocumentados en Estados Unidos, generando una gran sacudida en la diplomacia con Latinoamérica. El mandatario estuvo decidido a utilizar todos los recursos disponibles para frenar la inmigración y el tráfico de drogas, entre ellos, la fuerte relación económica con sus vecinos. Una arremetida hacia la interdependencia no podía ser esquivada muy fácilmente ni por México ni por Canadá
Es aquí cuando el Gobierno mexicano se vio obligado a transitar por un punto de inflexión. Con la imposición de aranceles del 25%, Trump tomó el control de los hilos y Sheinbaum tuvo la obligación de ceder ante su par estadounidense, a costa de las convicciones que el Gobierno presumía tener en cuanto a la inmigración.
Para el día que comenzaría a regir el arancel del 25% sobre los productos mexicanos y canadienses, Sheinbaum anunció con alegría que se había logrado llegar a un acuerdo con Trump. El republicano se comprometió a retirar la medida a cambio de que México refuerce la seguridad en la frontera.
El acuerdo fue celebrado por ambas partes ya que permitió descomprimir la tensión entre ambos países. Aun así, en retrospectiva, el Gobierno de México parece haber tenido que sacrificar su defensa a esos "héroes y heroínas" quienes ahora ven aún más obstaculizado su camino, para ceder a la disposición de Trump. Si bien la administración Sheinbaum se vio forzada a ceder ante semejante coacción, la presidenta deberá ahora reparar esa contradicción que se formó por priorizar la practicidad y la armonía. (NotiPress)