El Paseo Bravo, un lugar que no encuentra su propia identidad

El Paseo Bravo, un lugar que no encuentra su propia identidad

Foto: Enfoque

Hablar de Puebla es también hablar de uno de los lugares más icónicos y emblemáticos de la ciudad: el Paseo Bravo. Este parque fue inaugurado en 1840 y, desde entonces, ha tenido un sinfín de modificaciones. En los últimos años, ha sido intervenido por las administraciones municipales en diversas ocasiones.

 

En días pasados, el gobernador del estado, Alejandro Armenta Mier, anunció una serie de proyectos, entre los que se contempla un plan integral para el rescate de este lugar. Sin embargo, desde la administración de Blanca Alcalá, pasando por las dos veces que estuvo Eduardo Rivera al frente del ayuntamiento, así como por Antonio Gali y Luis Bank Serrato, cada uno ejecutó obras de remodelación de este parque, destinando varios millones de pesos.

 

Este gran parque de la ciudad parece no encontrar una identidad propia. La literal cercanía con el zócalo de la capital poblana no le ha permitido explotar su grandeza. A lo largo de su historia, el Paseo Bravo pareciera ser el lugar propicio para que se lleven a cabo experimentos sociales o de recreación por un tiempo y luego, desecharlos.

 

Dentro de estos cambios y modificaciones, destaca la colocación de una pista de patinaje durante la administración de Rafael Ávila Camacho. También existió, durante varios años, un lago artificial, donde era posible pasear en lancha.

 

Asimismo, en 1943, el Paseo Bravo fue sede del zoológico municipal y el parque infantil durante la administración de Juan Manuel Treviño, el cual estuvo en funcionamiento durante 30 años. Posteriormente, en 1973, se cerró el zoológico y los animales se entregaron a Africam Safari.

 

Con el paso del tiempo, este lugar ya no albergó proyectos de esta índole, limitándose los presidentes municipales en turno a ejecutar obras de mantenimiento y remodelación.

 

 

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