Energías limpias en México: entre las metas incumplidas y las políticas insuficientes

Energías limpias en México: entre las metas incumplidas y las políticas insuficientes

Foto: FreePik

El 26 de enero se conmemora el Día Internacional de las Energías Limpias, una fecha que reconoce los avances y desafíos en la transición hacia fuentes de energía más sostenibles, es decir, aquellas que se generan sin emitir gases de efecto invernadero ni otros contaminantes que dañen el medioambiente.

 

En el caso de México, este día transmite una dura realidad, ya que el país sigue siendo uno de los principales productores y consumidores de energía basada en combustibles fósiles, a pesar de contar con un enorme potencial para aprovechar energías renovables como la solar y la eólica.

 

Las políticas energéticas del gobierno mexicano han demostrado ser insuficientes y, en muchos casos, contraproducentes para alcanzar las metas globales de descarbonización. Desde el debilitamiento de la inversión privada hasta la priorización de las empresas como Pemex y la CFE, los esfuerzos por implementar un modelo energético más limpio y eficiente han tropezado una y otra vez.

 

Metas incumplidas y retrocesos en políticas energéticas

 

México, como parte del Acuerdo de París, se comprometió a generar 35 % de su electricidad a través de fuentes limpias para 2024, pero los esfuerzos no lograron cumplir la meta. La Ley de Transición Energética, aprobada en 2015, marcó una serie de objetivos a corto, mediano y largo plazo, los cuales tenían como propósito llevar al país a una transición energética.

 

Entre estos objetivos estaba la meta de generar 25 % de la electricidad mediante fuentes limpias para 2018, pero el país no alcanzó esa cifra. De acuerdo al Centro Nacional de Energía (CENACE), al cierre de 2018 solo se alcanzó un 24 %, y la Agencia Internacional de Energía (IEA) reporta un porcentaje aún menor, de 22.9 %.

 

Mientras que, el estancamiento de otras fuentes renovables como la energía eólica y solar también jugaron un papel clave en este retroceso. La congelación de la reforma energética por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en 2018, que en su momento, fue aprobada durante la administración de Enrique Peña Nieto, impulsaba subastas para promover la energía renovable, y los problemas regulatorios, como el retraso en la expedición de permisos. Sin embargo, López Obrador implementó políticas que favorecieron a la petrolera Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.

 

Obstáculos estructurales y falta de inversión

 

México, a pesar de su potencial en energías renovables como la solar y la eólica, enfrenta varios desafíos estructurales que impiden el progreso en este sector. Algunos de los principales obstáculos son:

 

Viabilidad del recurso: la energía eólica y solar depende de la variabilidad de los recursos naturales, y no todas las regiones del país tienen las condiciones ideales para aprovechar estas fuentes de energía de manera constante.

 

Infraestructura deficiente: para integrar de manera efectiva la energía renovable, el sistema eléctrico nacional necesita modernizarse. Esto incluye mejoras en las redes de transmisión y distribución para asegurar que la energía generada en áreas remotas pueda ser utilizada en zonas de alta demanda.

 

Burocracia y regulaciones lentas: los procesos burocráticos en México, como los permisos para nuevos proyectos y la falta de incentivos fiscales claros, contribuyen a un entorno que desalienta las inversiones privadas en energías renovables.

 

Si bien, la presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado su compromiso con la sostenibilidad y la transición energética, enfrenta el desafío de equilibrar las políticas sociales con la necesidad de atraer inversiones privadas en energías renovables. Su capacidad para gestionar este dilema será crucial para determinar si México puede superar los obstáculos actuales y avanzar hacia una matriz energética más limpia y sostenible.

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