¿Por qué febrero es el mes más corto del año?

¿Por qué febrero es el mes más corto del año?

Foto: Freepik

Febrero, el mes más corto del calendario, es conocido por su singularidad y la historia que llevó a convertirse en casi una anomalía temporal. Con sus 28 días, o 29 si es año bisiesto, este mes es la consecuencia de siglos de ajustes astronómicoscreencias supersticiosas y decisiones culturales que moldearon nuestra percepción del tiempo.

 

El origen de este peculiar mes se remonta al antiguo calendario romano atribuido a Rómulo, el cual contaba con solo diez meses y no consideraba el invierno, pero no fue hasta que Numa Pompilio, segundo rey de Roma, incorporó enero y febrero, asignándole a este último la menor cantidad de días. Sin embargo, esta decisión no fue al azar, ya que los romanos consideraban los números impares como un buen augurio y relegaron a febrero, asociándolo con rituales de purificación y fúnebres.

 

Aunque posteriormente se introdujo el calendario juliano por Julio César en el año 45 a.C., febrero mantuvo su breve duración. Este calendario intentó corregir el desajuste con el año solar al incluir 365 días y años bisiestos, pero siguió acumulando errores que llevaron, siglos después a la implementación del calendario gregoriano.

 

Este último fue introducido por el papa Gregorio XIII en el año 1582 y ajustó las discrepancias eliminando algunos días y refinando las reglas para los años bisiestos, consolidándose como el sistema que usamos actualmente.

 

La duración de febrero también está vinculada a la transición de marzo a enero como inicio de año, ya que originalmente el calendario romano comenzaba en marzo para estar en consonancia con los ciclos naturales de la primavera y la agricultura. Sin embargo, con las reformas de Julio César, enero se convirtió en el primer mes del año.

 

Hasta el día de hoy, febrero permanece como un testimonio de cómo la astronomía, las creencias y las necesidades prácticas dieron forma a nuestro calendario. Su corta duración es un recordatorio de las complejas decisiones históricas que influyeron en la manera en la que medimos el tiempo.

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