Este 13 de enero, se celebra el Día del Sticker, una fecha que pasa desapercibida para muchos, pero que representa una forma de expresión que ha ganado terreno en el espacio público. Calcomanías, stickers y etiquetas han invadido paredes, postes, semáforos, y más, formando parte del paisaje urbano. Sin embargo, también es blanco de controversia dado que para muchos es calificado como vandalismo, para otros es un arte urbano.
#13Ene #Efeméride | Día del Sticker. Consiste en textos o imágenes impresas o serigrafiadas sobre una lámina de vinilo o papel, cuya parte posterior está cubierta con una fina capa de adhesivo. pic.twitter.com/WZkHqZfZWD
— CATERINA VALENTINO (@CATERINAV) January 13, 2025
Para entender mejor el fenómeno de los stickers en las calles, es importante rastrear su origen. Aunque los stickers como medio de publicidad existen desde hace décadas, fue en los años 80 y 90 cuando comenzaron a usarse como herramienta dentro del arte urbano.
A lo largo de los años 90 y 2000, los stickers se diversificaron. No solo eran utilizados por artistas visuales, sino también por activistas, grupos políticos y colectivos que veían en ellos una forma rápida de comunicar mensajes de protesta o identidad en un contexto urbano saturado.
En ciudades como, Nueva York, Londres y París, el sticker se convirtió en un medio de comunicación visual accesible y omnipresente, logrando una integración profunda en el paisaje urbano.
Uno de los precursores del uso del sticker como herramienta artística fue Keith Haring, un artista estadounidense que comenzó a hacer dibujos con tiza en estaciones de metro y, posteriormente, se pasó a los stickers. Esto lo hizo para difundir su arte de manera accesible a un público más amplio, un fenómeno similar al de los grafiteros, pero con un medio más fácil de distribuir
El movimiento del sticker art, que es considerado una forma de arte visual en la calle, nació en paralelo a otros fenómenos urbanos, como el grafismo de los graffitis. Los stickers se convirtieron en un medio de comunicación efímero, barato y accesible, permitiendo que cualquier persona, sin importar su estatus o habilidades artísticas, pudiera crear y distribuir su mensaje en el espacio público.
El debate: arte urbano vs. vandalismo
El fenómeno de los stickers genera una intensa controversia. Por un lado, algunos lo consideran una extensión del arte urbano, un medio de expresión personal y colectiva que contribuye al dinamismo cultural de las ciudades. Artistas como Shepard Fairey, conocido por sus campañas de stickers, han logrado una transición del arte de la calle al arte comercial, con piezas que ahora se encuentran en galerías.
Por otro lado, los detractores sostienen que estas calcomanías son una forma de vandalismo. La diferencia radica, principalmente, en la percepción de la propiedad pública y privada. Los que consideran los stickers como vandalismo apuntan que, aunque el contenido pueda ser interesante, la acción de colocar algo sin permiso en un espacio público infringe normas y leyes de la imagen urbana.
¿Dónde verlos?
Puebla, una ciudad con una rica historia y cultura, también ha visto crecer esta forma de expresión. En el centro histórico, especialmente en zonas cercanas a la 5 de Mayo, el Barrio del Artista y los alrededores del buelvar 5 de Mayo o las colonias populares, se puede encontrar una gran variedad de stickers. Las principales zonas de concentración suelen ser las que tienen mayor tráfico peatonal y vehicular, como en semáforos, postes y paredes de edificios de alto flujo. Algunos de estos stickers incluyen imágenes de personajes populares, frases de resistencia social, símbolos de colectivos y organizaciones, o sencillamente ilustraciones que buscan causar una reacción en los observadores.
Lo que hace a los stickers una forma efectiva de expresión es su bajo costo y su capacidad para escapar a la censura. Los artistas pueden pegar sus calcomanías en diferentes puntos de la ciudad sin necesidad de permisos, lo que genera una sensación de intervención directa sobre el espacio público. En ciudades como Puebla, los stickers pueden ser una herramienta para atraer atención sobre temas sociales, políticos o simplemente para decorar el paisaje urbano de manera que contrasta con el entorno.
La respuesta, como en muchos debates sobre el arte urbano, no es sencilla. Para algunos, los stickers son una expresión legítima de la creatividad y el descontento, mientras que para otros son una infracción a la propiedad pública y privada. Lo cierto es que, más allá del juicio, estos pequeños elementos adhesivos han logrado lo que muchos artistas urbanos buscan: llamar la atención y generar conversación sobre el espacio público.