Los grupos terroristas en el mundo están constantemente evolucionando y adaptándose para llevar a cabo sus objetivos. Esto incluye el desarrollo de nuevos métodos y tácticas para evitar la detección y maximizar el impacto de sus ataques.
Recientemente, han utilizado objetos y procedimientos inesperados para cometer sus actos, lo que hace que sea cada vez más difícil predecir y prevenir sus ataques, los cuales no dejan de sorprender al mundo e incluso a las mismas autoridades, por el nivel que ha alcanzado el ser humano con el propósito de perjudicar a su enemigo, aunque ello provoque un daño colateral.
Un caso que recientemente llamó la atención fue el atentado ocurrido este martes en contra del general ruso de alto rango Igor Kirillov y su asistente, quienes murieron tras una explosión. Las investigaciones sobre este hecho señalaron que la bomba había sido colocada en un patinete eléctrico, una acción totalmente inesperada por el gobierno encabezado por Vladimir Putin.
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De igual forma, en septiembre se produjeron explosiones simultáneas de dispositivos electrónicos en el Líbano, específicamente beepers y radios portátiles utilizados por miembros de Hizbulá. Las explosiones causaron la muerte de al menos 42 personas e hirieron a más de 3,500.
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En el 2017, el mundo conoció el empleo de drones por parte de grupos terroristas, cuando el Daesh publicó a través de redes sociales un video que mostraba imágenes de estos artefactos, lanzando explosivos a grupos de soldados, instalaciones y vehículos militares. Desde entonces, muchos grupos armados emplearon drones para ejecutar ataques.
En el 2016, el vuelo de Somalia a Mogadiscio fue objeto de un atentado terrorista. El dispositivo que causó la explosión fue colocado en una computadora portátil. El avión aterrizó de emergencia, lo que permitió salvar la vida de 81 pasajeros y tripulantes; desafortunadamente un viajero murió y tres resultaron heridos.
Un doble agente, quién se había infiltrado en el grupo terrorista de Al Qaeda, viajó desde Yemen, llevando un calzón bomba. El espía, que también formaba parte de la CIA, entregó el artefacto al FBI para que analizarán el diseño de la prenda, ya que pudo pasar por los controles de seguridad de los aeropuertos sin ser detectada.
En 2010, se frustraron dos ataques terroristas. Dos paquetes fueron enviados por paquetería de Yemen hacia los Estados Unidos, uno por UPS y otro por Fedex. Lo sorprendente es que la bomba estaba oculta en un cartucho de toner para impresora e iba dirigida a una sinagoga en Chicago, al igual que el segundo envío descubierto en Dubai.
En diciembre de 2001, Richard Reid intentó explotar un avión comercial de American Airlines de París a Miami. El terrorista fue inmovilizado por los pasajeros y la tripulación tras querer encender los explosivos que traía en sus zapatos. Fue condenado a cadena perpetua, además de que fue apodado como el "Shoe Bomber".
