La creciente polarización global y los conflictos bélicos, como la guerra entre Rusia y Ucrania y la escalada en Oriente Medio, hacen cada vez más grande el temor de que estalle una Tercera Guerra Mundial, sobre todo con la amenaza de un conflicto nuclear. Bajo este panorama, los búnkeres modernos se convirtieron en un elemento clave para garantizar la supervivencia en caso de un ataque, y entre ellos destaca “La Gran Muralla Subterránea” en China, una de las instalaciones más impresionantes del mundo.
Este refugio nuclear se ubica a 20 kilómetros de Pekín, cerca del Parque Nacional Xishan, y está diseñado para proteger a la cúpula del gobierno chino para asegurar la continuidad operativa en caso de que exista una crisis extrema. Construido bajo las montañas Western Hills, el complejo se extiende más de dos kilómetros bajo tierra y cuenta con túneles de más de cinco kilómetros y capacidad para albergar a más de un millón de personas. Además, su estructura está protegida con varias capas de roca natural, como el granito y piedra caliza, ofreciendo resistencia ante ataques nucleares.
Además de ser un refugio, este complejo alberga el Centro de Comando de Batalla Conjunta de la Comisión Militar Central, considerado el “cerebro” del Ejército Popular de Liberación. Según un estudio de la Universidad de Georgetown, desde allí se toman decisiones estratégicas y se supervisan operaciones en las cinco zonas de batalla de China, y es capaz de albergar hasta 3,000 ojivas nucleares, convirtiéndose en un pilar de la estrategia militar china.
Sin embargo, China también cuenta con el Proyecto Subterráneo 816, también conocido como Central 816, ubicado en Fuling y construido entre 1966 y 1986 durante la Guerra Fría. Este asombroso bunker tiene una planta subterránea de armas nucleares y es considerado el más grande del mundo, con una red de túneles que abarcan 20 kilómetros y una superficie total de 100,000 metros cuadrados
Central 816 nunca se utilizó para su propósito original y se convirtió en una atracción turística que abrió sus puertas en 2016, transformándose en un símbolo de la ingeniería militar avanzada en un contexto donde el país se veía bajo amenaza nuclear.