Después de que se detectó un brote de Infección del Torrente Sanguíneo (ITS), causado por la bacteria Klebsiella oxytoca, en hospitales del Estado de México, la Secretaría de Salud emitió una alerta epidemiológica el pasado 3 de diciembre. Este anuncio generó preocupación entre la población, especialmente al tratarse de una bacteria resistente a varios grupos de antibióticos y capaz de causar infecciones graves en pacientes vulnerables.
Ante el panorama, las autoridades sanitarias solicitaron a todas las unidades médicas, públicas y privadas notificar de inmediato cualquier caso sospechoso a la Red Hospitalaria de Vigilancia Epidemiológica (RHOVE). Este tipo de anuncios generan incertidumbre, pero ¿en realidad qué significa realmente una alerta epidemiológica y cómo debemos reaccionar?
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¿Qué es una alerta epidemiológica?
Una alerta epidemiológica es un comunicado oficial emitido por las autoridades de salud, como la Secretaría de Salud o el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, para informar sobre un riesgo sanitario que puede representar una amenaza significativa para la población.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las alertas epidemiológicas tienen como objetivo informar a los países sobre eventos de salud pública que puedan tener implicaciones para la región. Además, incluyen recomendaciones específicas para enfrentar el evento y proteger la salud de las personas afectadas.
Estos comunicados suelen referirse a agentes infecciosos, como bacterias o virus, aunque también pueden estar relacionados con mercancías contaminadas, inocuidad alimentaria o riesgos de origen químico o radionuclear, tal como establece el Reglamento Sanitario Internacional.
¿Qué acciones se toman ante una alerta sanitaria?
Notificación inmediata: los hospitales y unidades médicas deben informar a las autoridades sanitarias sobre casos sospechosos a través de redes como la Red Hospitalaria de Vigilancia Epidemiológica (RHOVE).
Planes de contingencia: los gobiernos y organismos internacionales activan protocolos que incluyen distribución de equipos médicos, capacitación, y análisis de riesgos.
Coordinación internacional: en el marco del Reglamento Sanitario Internacional (RSI), los países comparten información y trabajan en conjunto para contener la amenaza.
Monitoreo y vigilancia: se implementan sistemas para seguir el avance del evento, identificar nuevos casos y evaluar la efectividad de las medidas adoptadas.
¿Deberíamos alarmarnos ante una alerta epidemiológica?
Cuando se emite una alerta epidemiológica, como la reciente por el brote de Klebsiella oxytoca en el Estado de México, es natural que la población se preocupe. Sin embargo, es importante entender que estas alertas no son necesariamente motivo de alarma, sino herramientas de acción preventiva para proteger la salud pública.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
El grado de alarma depende de varios factores:
Alcance del evento: si el brote está contenido (como en el caso de Klebsiella oxytoca, confinado al Estado de México), el riesgo para la población general es bajo.
Nivel de riesgo: las alertas suelen ser más relevantes para grupos vulnerables, como pacientes hospitalizados, adultos mayores o personas con enfermedades crónicas.
Respuesta sanitaria: la rapidez con que las autoridades identifican y responden al problema reduce significativamente la amenaza.
Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, la falta de información inicial generó temor global. Sin embargo, la experiencia adquirida ha mejorado los protocolos para futuras emergencias, lo que reduce la incertidumbre y el riesgo de propagación descontrolada.
En conclusión, las alertas epidemiológicas son una herramienta crucial para proteger la salud pública ante brotes de enfermedades. Si bien estas alertas no siempre implican una amenaza inmediata para la población en general, sí permiten tomar medidas preventivas y coordinadas para evitar la propagación de enfermedades, proteger a las poblaciones vulnerables y mejorar la preparación para emergencias sanitarias.
Otros ejemplos de alertas sanitarias en México y el mundo
COVID-19 (SARS-CoV-2): La pandemia global de COVID-19 activó alertas epidemiológicas en todo el mundo, incluyendo México. La implementación de medidas de cuarentena, vacunación masiva y pruebas diagnósticas fueron fundamentales para controlar su propagación.
Influenza AH1N1: En 2009, México fue uno de los primeros países en detectar el brote de la cepa H1N1 de influenza. Esto generó una alerta global que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar pandemia.
Dengue: En estados del sur de México, los brotes estacionales de dengue han generado alertas sanitarias, especialmente en áreas donde el mosquito Aedes aegypti es más prevalente.
Ébola: En 2014, la OMS emitió una alerta global por el brote de ébola en África Occidental. El virus, que tiene una alta tasa de mortalidad, obligó a una intervención internacional masiva para contener la epidemia.
Zika: En 2015, el brote de Zika en América Latina y el Caribe causó una alerta sanitaria global debido a su relación con malformaciones congénitas en bebés, como la microcefalia.
Virus del Nipah: En 2018, un brote de este virus en India y Bangladesh generó alertas epidemiológicas. Es conocido por su alta tasa de mortalidad y por ser transmitido de animales a humanos.
Viruela símica (Monkeypox): En 2022, brotes de viruela símica en varios países fuera de África activaron alertas de salud pública. Aunque se trató principalmente de casos aislados, la aparición en múltiples países suscitó medidas de monitoreo intensivo.