Lo bueno y lo malo del aumento al salario mínimo en México

Lo bueno y lo malo del aumento al salario mínimo en México

Foto: Enfoque

El pasado 4 de diciembre, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció un aumento de 12 % al salario mínimo para 2025. Con esta medida, el salario diario en la Zona del Salario Mínimo General pasará de 248.93 a 278.80 pesos, y en la Zona Libre de la Frontera Norte de 374.89 a 419.88 pesos. En términos mensuales, esto representa ingresos de 8,364 pesos a nivel general y 12,596 pesos en la frontera. Este incremento, aprobado por unanimidad en el Consejo Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), beneficiará directamente a 8.5 millones de trabajadores, según el gobierno federal.

 

“Es una decisión que refleja el Humanismo Mexicano, que combate la pobreza y las desigualdades mientras mejora la calidad de vida de los trabajadores”, destacó Sheinbaum en su anuncio matutino. Sin embargo, a medida que el país celebra esta decisión, la noticia también ha encendido el debate sobre las posibles repercusiones económicas. ¿Es esta política un paso necesario hacia la justicia laboral o podría generar pérdidas de empleo y aumentar los costos para las empresas?

 

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Efectos positivos: más ingresos y recuperación salarial

 

En los últimos años, México ha registrado aumentos históricos en el salario mínimo. Desde 2018, ha experimentado una recuperación de más de 135 %, revirtiendo décadas de estancamiento que habían convertido a la mano de obra mexicana en una de las más baratas del mundo. Según el secretario de Trabajo, Marath Bolaños López, el incremento salarial ha sido un factor clave en la salida de 4.1 millones de personas de la pobreza entre 2018 y 2022.

 

Además, la política salarial ha reducido la brecha de género en ingresos, un logro notable en los municipios más pobres del país, donde la disparidad salarial ha disminuido hasta en 66.2 %.

 

Otro de los efectos más positivos de los aumentos salariales ha sido la mejora en la calidad de vida de los trabajadores mexicanos. Según datos de la Conasami, más de 12 millones de personas se han beneficiado directamente de estos incrementos. A pesar de que México sigue siendo uno de los países con los salarios más bajos de América Latina, los aumentos consecutivos han ayudado a reducir la desigualdad económica, al menos en términos de ingresos básicos.

 

Desafíos para las empresas mexicanas

 

Sin embargo, el aumento del salario mínimo no ha sido un proceso exento de desafíos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (PyMEs). En un país donde los costos operativos y la carga tributaria son elevados, el ajuste salarial implica un desafío financiero. Empresas con márgenes de ganancia reducidos o con una fuerza laboral mayoritariamente compuesta por trabajadores con salarios bajos pueden enfrentar dificultades para absorber el impacto de estos aumentos sin recurrir a ajustes en otras áreas, como despidos o recortes en beneficios.

 

En los últimos años, México ha experimentado aumentos significativos en el salario mínimo, con el objetivo de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores. Estos aumentos han tenido varios efectos.

 

Efectos Positivos

 

Mejora en el poder adquisitivo: los trabajadores que ganan el salario mínimo han podido comprar más bienes y servicios esenciales.

 

Reducción de la desigualdad: en especial en las zonas fronterizas, donde el salario mínimo ha sido más competitivo en comparación con los Estados Unidos.

 

Impulso al consumo interno: el aumento del salario ha incrementado el consumo de bienes y servicios, impulsando la economía interna.

 

Mejor nivel de vida: los trabajadores pueden cubrir mejor sus necesidades básicas, como alimentación y vivienda.

 

Efectos negativos:

 

Impacto en PyMEs: muchas pequeñas empresas enfrentan dificultades para cubrir los aumentos salariales, lo que puede llevar a despidos o cierres.

 

Aumento de la informalidad: las empresas, especialmente en sectores con márgenes bajos, recurren a la informalidad para evitar costos laborales más altos.

 

Ajuste de precios: algunas empresas trasladan el aumento de los costos laborales al precio final de los productos, lo que genera un ciclo inflacionario.

 

Desajuste en productividad: si los aumentos salariales no van acompañados de mejoras en la productividad, pueden afectar la competitividad de las empresas.

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