En la actualidad, las posadas que destacan son las que se llevan a cabo en los centros de trabajo, las escuelas y entre amigos, 9 de cada 10 posadas se han convertido simplemente en celebraciones prenavideñas, haciendo a un lado el ingrediente religioso de la fe. La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) realizó un sondeo de mercado y encontró que se encareció en un 20%, pasando de costar $7,000.00 el año pasado a $8,400.00 promedio hoy, considerando un grupo de diez personas, siendo la cena el gasto de mayor costo en $3,000.00, seguido de las bebidas con alcohol incluido $2,600.00, botanas $1,000.00, decoraciones propias de la ocasión $700.00, velas y luces de bengala $600.00 y piñata llena de dulces $500.00. A estos gastos habrá que sumar el del intercambio de regalo que no baja de $500.00 y, por supuesto, el atuendo en caso de estrenar en el evento que puede implicar un gasto de entre $3,000.00 y $5,000.00 por pantalón, camisa y zapatos.
Las posadas tradicionales son con un enfoque más religioso y apegadas a las raíces culturales, se reducen a sólo 1 de entre cada 10 y suelen observarse en comunidades rurales y pueblos mágicos en donde las tradiciones son el eje central de la vida comunitaria, con procesiones, cánticos religiosos y la representación del peregrinaje de María y José, se incluye el rezo del rosario, villancicos y la entrega de dulces y frutas; las comunidades locales de San Juan Teotihuacán en el Estado de México, el pueblo de Tepoztlán en Morelos, en San Miguel de Allende, Guanajuato, muchas comunidades indígenas y rurales de Oaxaca, los barrios históricos de Tlaxcala, Pátzcuaro y la región Purépecha en Michoacán, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, pueblos mágicos como Atlixco, Cholula y otras localidades cercanas en Puebla, son lugares que ofrecen aún una experiencia de las posada auténtica de origen religioso.
“El mundo pragmático del presente y el ahora cancela cada vez más al mundo de la fe y la esperanza, estamos cavado la tumba del porvenir y el ayer, la preocupación de vida de las nuevas generaciones se circunscribe a un presente asfixiante y frívolo. Recuperar la fe, la esperanza y el sueño de un futuro mejor es la cuna del idealismo, hoy herido de muerte por un materialismo hueco y sin sentido”, señaló Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
En el marco del debate de los efectos de la conquista y colonización española en nuestras tierras, se puede decir con toda certeza que la herencia cultural de mayor profundidad que nos endilgaron los europeos fue en el mundo de la fe, al ser pueblos politeístas buscaron adoctrinarnos y reducirnos a una cultura de fe monoteísta. De esa manera, de la mezcla de ambas tradiciones, surge el sincretismo religioso, cimiento de nuestra cultura actual. A flor de piel somos católicos, apostólicos y romanos, pero en nuestros adentros seguimos creyendo en el sol, la lluvia, el amor y la guerra, entre otras deidades.
Este colofón viene a cuento como antecedente que deja en claro las celebraciones religiosas de nuestro catolicismo, peregrinar a la iglesia de algún santo para pedir por salud y bienestar y reunirse para orar y adorar al niño Jesús en las distintas posadas del barrio (casas), son dos de las principales activaciones sociales del catolicismo. En pleno siglo XXI las peregrinaciones a la virgen de Guadalupe se mantienen; sin embargo, las posadas se han alejado de su origen, de celebrar, rezar y adorar el nacimiento del niño dios, ahora se han convertido en reuniones previas a la Navidad, sin vínculo alguno con el mundo de la fe.
“La inflación mata la tradición y el factor económico se convierte en el principal lastre que agüita la participación de celebraciones como la posada, incluso muchas grandes empresas, por razones de austeridad, han ido disminuyendo el tamaño de la posada para sus trabajadores y otras incluso cancelado el evento. Cada vez son menos este tipo de convivencias sociales. De ahí que podamos afirmar que las posadas se encuentran en proceso de extinción”, concluyó Rivera.