Un agujero negro supermasivo que data del universo primitivo fue descubierto por un equipo internacional de astrónomos. Bautizado como LID-568, este agujero que está a 1,500 millones de años luz del Big Bang, fue hallado gracias al telescopio espacial James Webb y su espectrógrafo NIRSpec, el cual reveló detalles sobre cómo estos fenómenos pudieron haberse desarrollado en las etapas tempranas del cosmos.
A diferencia de otros agujeros negros, LID-568 crece a un ritmo extraordinario, consumiendo materia a una velocidad 40 veces mayor que el límite Eddington, considerado el máximo seguro antes de que la intensa radicación desintegre el objeto. Esto sugiere que el agujero negro está creciendo más rápido que cualquier otro registrado hasta ahora, y que las condiciones en el universo temprano favorecieron este tipo de crecimientos acelerados y extremos.
A supermassive black hole located 12.1 billion light-years from Earth is consuming matter at a phenomenal rate — over 40 times the theoretical limit! This discovery could help explain how supermassive black holes grew so quickly in the early Universe: https://t.co/hEb5VSv42m ⚫ pic.twitter.com/F4l0EwKuOl
— Chandra Observatory (@chandraxray) November 4, 2024
Gracias a la precisión de NIRSpec, los científicos observaron intensos flujos de gas que giran alrededor del agujero, proporcionando pistas sobre la posible formación de estos objetos a partir de “semillas” en el universo primigenio.
Según los investigadores, analizar a LID-568 podría ser la clave para entender cómo algunos de agujeros negros pudieron alcanzar tamaños supermasivos en las primeras etapas de formación del cosmos.
Este descubrimiento planteó varias interrogantes en cuanto a los procesos que permiten la formación de estos fenómenos y la necesidad de revisar las teorías de la evolución cósmica actuales. Finalmente, los científicos resaltaron la importancia del telescopio James Webb, el cual ha sido una herramienta esencial para la exploración del universo.