Pioneros del espacio: la historia de Laika y otros animales que volaron a lo desconocido

Pioneros del espacio: la historia de Laika y otros animales que volaron a lo desconocido

Foto: Internet

El 3 de noviembre de 1957, la perra Laika fue lanzada al espacio a bordo de la nave Sputnik 2 convirtiéndose en el primer ser vivo que orbitó la Tierra. Su sacrificio, luego de morir debido al sobrecalentamiento de la nave, marcó el inicio de una era de exploración espacial donde otros animales también tuvieron un papel crucial para la ciencia y la humanidad.

 

Hace 67 años, en plena Guerra Fría y con la carrera espacial en su apogeo, la Unión Soviética decidió dar un paso histórico: enviar al primer ser vivo en órbita alrededor de la Tierra. Su nombre original era "Kudryavka", elegida especialmente para esta misión, puesto que, los responsables soviéticos seleccionaron a un perro callejero, creyendo que su vida en las calles la habría hecho más resistente y optaron por una hembra, ya que no necesitan levantar una pata para orinar, lo cual requería menos espacio en la cápsula.

 

Con tres años, Laika pasó por varias pruebas de resistencia y recibió una dieta especial. Su traje incluía un casco con un hocico y un sistema de oxígeno para posibles fugas de presión. Laika fue el primer animal en ser lanzado en una órbita estable alrededor de la Tierra, pero no el primero en el espacio.

 

Los pioneros de la exploración espacial

 

En 1947, la NASA y el ejército de Estados Unidos ya habían enviado a moscas de fruta en un cohete V2 tomado de los nazis, para investigar los efectos de la radiación cósmica. Genéticamente, las moscas comparten 75 % de los genes causantes de enfermedades en el ser humano, lo que las convierte en valiosas para la investigación científica. Aquella misión fue un éxito, las moscas sobrevivieron al viaje, sentando las bases para futuros vuelos espaciales con animales más complejos.

 

Para 1948, los primeros mamíferos comenzaron sus viajes: los primates. El pionero fue Albert I, un macaco rhesus (Macaca mulatta), cuyo vuelo terminó de forma trágica, pues murió por asfixia antes de que el cohete alcanzara su altitud máxima. Sin embargo, los científicos siguieron adelante y en 1949 lanzaron a Albert II, otro macaco rhesus que, aunque alcanzó el espacio a 134 kilómetros de altura, también falleció al no abrirse el paracaídas en su descenso. Esta serie de intentos continuó con Albert III y Albert IV, que tampoco sobrevivieron a las misiones.

 

Finalmente, en 1951, una nueva misión traería un rayo de esperanza. Yorick, otro mono rhesus, fue enviado al espacio junto con un grupo de ratones. Esta vez, los esfuerzos dieron fruto: Yorick y sus compañeros roedores sobrevivieron a la travesía y regresaron con vida, siendo los primeros en superar un vuelo espacial exitosamente. Lamentablemente, la celebración fue breve, pues Yorick falleció pocas horas después de su regreso debido a causas desconocidas.

 

Mientras tanto, la Unión Soviética no se quedaba atrás en la carrera espacial y también llevaba a cabo sus propias pruebas con animales. Los soviéticos comenzaron sus experimentos con ratones, ratas y conejos, estudiando la resistencia y el comportamiento de estos animales en altitudes extremas. El 15 de agosto de 1950, uno de los ratones soviéticos alcanzó los 137 kilómetros de altura en su misión, aunque el vuelo resultó mortal debido a una falta de tecnología en el cohete que hizo que se desintegrara.

 

Más tarde, optaron por el uso de perros, al considerar que estos animales eran más estables emocionalmente y ofrecerían datos más consistentes en condiciones de vuelo. Desde 1951, lanzaron a varios en vuelos suborbitales a bordo de misiles R-1, con el fin de probar la tecnología de la cápsula. En esa primera misión, los perros Dezik y Tsygan alcanzaron una altitud de 110 kilómetros y regresaron sin heridas, convirtiéndose en los primeros astronautas suborbitales caninos. Sin embargo, no todos los vuelos tuvieron éxito: algunos perros, como Dezik y Lisa, murieron en misiones fallidas debido a problemas en el despliegue de paracaídas o descompresión de la cabina. En total, la URSS lanzó casi 60 perros en diversas misiones suborbitales y orbitales, muchos de los cuales sobrevivieron.

 

¿Por qué se mandan animales al espacio?

 

El envío de animales al espacio ha sido crucial en la historia de la exploración espacial. Al principio, los científicos no sabían con certeza cómo la ausencia de gravedad y la exposición a la radiación espacial afectarían a los organismos vivos. Los animales fueron los pioneros involuntarios de estas misiones, permitiendo la evaluación de los efectos del espacio sin poner en peligro a los primeros astronautas humanos. Con Laika y sus sucesores, los investigadores pudieron observar síntomas físicos como la pérdida de masa muscular, la desorientación y problemas respiratorios.

 

La historia de Laika y otros animales que viajaron al espacio subraya su papel esencial en la exploración espacial. Desde las moscas de la fruta hasta los primates y los perros, cada uno ha contribuido a nuestra comprensión de las condiciones extremas del espacio. Hoy en día, las agencias espaciales han cambiado su enfoque, prefiriendo enviar pequeños animales como roedores y peces para estudios biomédicos en microgravedad.

 

 

A medida que la tecnología avanza, los humanos se convierten en los principales sujetos de investigación para futuras misiones a Marte y más allá. Aunque el uso de animales en la exploración espacial ha disminuido, su legado persiste, recordándonos el sacrificio y la valentía de aquellos que abrieron el camino hacia el cosmos.

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