Prohibir la comida chatarra de las escuelas ¿es suficiente para combatir la obesidad infantil?

Prohibir la comida chatarra de las escuelas ¿es suficiente para combatir la obesidad infantil?

Foto: Enfoque

México ocupa el primer lugar en obesidad infantil en América Latina y el segundo en obesidad adulta a nivel mundial, solo por detrás de Estados Unidos, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

 

En 2022, México se encontraba en la quinta posición global en cuanto a prevalencia de obesidad, y se estima que para la próxima década esta cifra aumente a 35 millones de adultos afectados. Esta crisis ha convertido a la obesidad, el sobrepeso y la desnutrición en factores de riesgo clave para enfermedades como diabetes, hipertensión y problemas cardíacos, incluso en los niños.

 

Ante este panorama, la Secretaría de Educación Pública (SEP), mediante su titular en la Federación, Mario Delgado Carrillo, anunció la implementación de un programa de salud que prohibirá la venta de comida chatarra en las escuelas del país, cuyo enfoque estará en aquellos alimentos de bajo valor nutricional y alto contenido calórico.

 

Aunque su enfoque está relacionado con los productos que los infantes pueden consumir dentro del colegio, no todo se resume a ello, ya que influyen mucho los buenos hábitos en los alimentos que son proporcionados desde casa.

 

¿Los padres alientan el consumo de chatarra?

 

La realidad es que muchos padres, por diferentes circunstancias, como el tiempo y aparentemente el ahorro de dinero, recurren a opciones rápidas, aunque poco nutritivas. A esto se suman las estrategias de marketing de las marcas de alimentos chatarra, que fomentan el consumo en los más pequeños.

 

Eso sin olvidar la falta de conocimiento sobre nutrición, que claramente influye en la decisión de qué enviarles a sus hijos en la lonchera. Además, de la creencia popular que dice que la comida “saludable” resulta más costosa.

 

En muchos otros casos, los padres permiten el consumo de comida chatarra como una “recompensa” sin considerar sus efectos en la salud de los niños.

 

¿Qué compran los niños en las escuelas?

 

Por las cuestiones que mencionamos, algunos niños recurren a tiendas dentro o cercanas a la escuela y adquieren alimentos chatarra. Por ejemplo: refrescos, sopas instantáneas, dulces o panadería. O peor aún, alimentos dañinos disfrazados de saludables, como jugos procesados, yogurt con grandes cantidades de azúcar, sándwiches elaborados con productos procesados o de baja calidad.

 

¿Cuánto cuesta un lunch saludable?

 

Para romper el mito sobre si preparar un lunch nutritivo y equilibrado para un niño representa un desafío económico para muchas familias, veremos los costos promedio de algunos elementos:

 

  • Frutas y verduras (de preferencia de temporada): entre 15 y 20 pesos.
  • Proteínas (queso, huevo, yogurt natural, jamón de pavo o pechuga de pollo): de 15 a 30 pesos por porción.
  • Carbohidratos integrales (pan o galletas sin azúcar): desde 10 a 25 pesos.
  • Agua natural o bebidas sin azúcar: de 15 a 20 pesos.

 

Comparado con los costos de productos chatarra, el lunch saludable, entre comillas, implicaría una inversión mayor, pero normalmente se compra en cantidades grandes, lo que puede traducirse en que más de un miembro de la familia consuma este mismo menú.

 

Con este anuncio se prevé que varias escuelas comiencen a implementar programas de educación alimentaria para enseñar a los padres cómo armar loncheras balanceadas sin comprometer el presupuesto.

 

Sin duda alguna, cambiar hábitos de alimentación es un proceso que requiere tiempo y concientización. Sin embargo, la prohibición de comida chatarra en las escuelas es un primer paso importante para influir en las preferencias alimentarias de los estudiantes. Para asegurar el éxito de esta medida es necesario educar a los padres sobre la importancia de una dieta balanceada y demostrarles cómo pueden preparar opciones nutritivas sin afectar gravemente su presupuesto.

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