Sin duda, la ciudad de Puebla destaca por su amplia historia y arquitectura colonial; una gran variedad de narrativas surge de entre sus calles y edificios antiguos, y muchas de ellas son realmente escalofriantes. Desde casonas y conventos hasta cementerios y hospitales, Puebla es cuna de leyendas de apariciones, sombras misteriosas y fenómenos que parecen desafiar toda explicación lógica. En esta temporada de muertos, exploraremos algunos de los sitios más conocidos por sus historias paranormales.
Puente de Ovando
La leyenda cuenta que la familia de abolengo Pérez Ovando mandó construir un puente privado para cruzar el río. La hija de la familia, María del Rosario, se enamoró de un joven mestizo, un amor que su padre desaprobaba. Sin embargo, la pareja sostuvo un romance en secreto. Un día, descubiertos por el hermano de María, éste disparó contra el joven, pero María se interpuso y recibió el impacto. Ambos amantes murieron, y aunque el crimen quedó impune bajo la defensa del honor familiar, el joven apareció muerto en un callejón poco después.
Devastado por la pérdida de su hija, el padre se convirtió en alcohólico. Una noche, al cruzar el puente, encontró a una mujer pidiendo limosna cuya voz reconoció como la de su hija. Al intentar huir, cayó al río y desapareció. Desde entonces, se dice que quienes crucen el Puente de Ovando a medianoche verán a María del Rosario pidiendo limosna, y sólo aquellos que le den una moneda podrán cruzar con seguridad.
Ex Convento de Santa Mónica
Situado en el corazón de Puebla, el ex convento de Santa Mónica es el vestigio más completo de arquitectura conventual en la ciudad. Construido en el siglo XVII, presenta un estilo barroco, especialmente visible en las fachadas del Patio de Profesas. A pesar de su belleza, el convento alberga una oscura historia: originalmente diseñado para refugiar a esposas de españoles, se transformó en un reformatorio, y posteriormente, en un convento de monjas Agustinas Recoletas. En 1933, el gobierno desalojó a las religiosas, convirtiéndolo en el actual Museo de Arte Religioso.
El sufrimiento de las mujeres que habitaron el lugar ha dejado una profunda huella, dando origen a relatos de almas en pena y experiencias paranormales. Se dice que hay cuerpos entre las paredes y que se han encontrado esqueletos de fetos en el sitio. Visitantes y trabajadores han reportado apariciones, especialmente la de una mujer vestida de blanco que deambula por los pasillos, lo que convierte al recinto en uno de los lugares más fascinantes y aterradores de Puebla.
La Casa del que Mató al Animal
Actualmente alberga las instalaciones del periódico “El Sol de Puebla”, pero esconde una fascinante leyenda. Ubicada en la esquina de la 3 Oriente, en el Zócalo de Puebla, esta casa perteneció a Don Pedro Carvajal, un adinerado residente que vivía con sus hijos, Pedro y Teodora. Tras la muerte de su esposa por neumonía, la familia se preparaba para el cumpleaños 16 de Teodora, pero un monstruo con cara de serpiente irrumpió en la fiesta y se llevó al niño Pedro.
Afligido, Don Pedro ofreció la mano de su hija a quien trajera la cabeza del monstruo. Ignacio, un joven valiente atraído por la belleza de Teodora, aceptó el desafío. Después de una peligrosa batalla, regresó triunfante con la cabeza del ser. En agradecimiento, Don Pedro no sólo le entregó la mano de su hija, sino que también le regaló la vivienda, que fue renombrada como "La Casa del que Mató al Animal". Ignacio, por su valentía, fue nombrado Virrey de la Nueva España, dejando una huella perdurable en la historia de Puebla.
La Fuente de los Muñecos
Ubicada en el barrio de Xonaca, en Puebla, la Fuente de los Muñecos es un monumento erigido en 1939 que simboliza las leyendas y tradiciones locales.
La leyenda cuenta que dos niños, hijos de un caballerango de Ávila Camacho, desaparecieron misteriosamente durante una tormenta mientras se dirigían a la escuela y se presume que murieron ahogados. Según relatos locales, las figuras de cerámica que representan a los niños cobran vida por la noche y desaparecen de su pedestal, aunque nadie ha sido testigo directo de este fenómeno.