El activista y sacerdote tzotzil, Marcelo Pérez Peréz, fue asesinado el 20 de octubre momentos después de terminar la misa dominical en la parroquia de Cuxtitali en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. De acuerdo con la Fiscalía General del Estado (FGE), el ataque fue perpetrado por dos hombres a bordo de una motocicleta mientras Pérez viajaba solo en su camioneta con rumbo a la iglesia de Guadalupe, los agresores lo interceptaron y dispararon varias veces antes de huir.
El sacerdote tenía casi una década bajo amenaza de los grupos criminales de la zona, por lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó a las autoridades mexicanas que activaran medidas de protección con él. Pese a esto, sus actividades en defensa de los derechos humanos y sus constantes llamados a la paz lo mantuvieron en el centro de la lucha contra la violencia que afecta a Chiapas.
Asesinan a tiros al párroco Marcelo Pérez Pérez en San Cristóbal de las Casas, #Chiapas
— Manuel Lopez San Martin (@MLopezSanMartin) October 20, 2024
Hombres en moto le dispararon después de dar misa
Hace unos días marchó para pedir paz
"Rezamos por los gobernantes para tomen en serio el tema de la violencia", decía pic.twitter.com/fqOAZgbeOV
El 13 de septiembre, el párroco fue promotor de la marcha para exigir un alto a la violencia en Tuxtla Gutiérrez. “Es un mensaje contundente, claro, de que la violencia ya no se aguanta. El pueblo se está levantando, la iglesia se está levantando ante esta avalancha de violencia, y desgraciadamente el gobierno no solo no hace nada, sino que niega sistemáticamente la existencia de la violencia”, comentó el sacerdote.
Sin embargo, a pesar de las amenazas, Marcelo Pérez continuó en su labor pastoral y activismo, denunciando abiertamente la violencia que afecta a la región desde 2021, en medio de la lucha territorial entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
“Cada vez hay más muertos, hay desplazados, hay secuestros, hay muchos desplazamientos en la zona Sierra, en Comalapa, en Chicomuselo y eso preocupa mucho. En Simojovel le pusieron precio a mi vida, 150,000, 400,000 y un millón de pesos, pero vivimos bajo la protección de Dios. Hay mucha violencia, pero seguimos construyendo la paz”, aseguró Marcelo a los medios locales.
