¡Cuidado! El estrés también puede convertirse en una adicción

¡Cuidado! El estrés también puede convertirse en una adicción

Foto: FreePik

La vida actual se caracteriza por ser extremadamente ajetreada, la cantidad de cosas por hacer aumenta constantemente, produciendo estrés en las personas y los momentos de ocio parecen una pérdida de tiempo. El vivir completamente al límite, sin darle la capacidad a nuestro cuerpo y mente de disfrutar la vida y de descansar, termina pasándonos una costosa factura, en la que nuestra salud física y emocional se ve claramente afectada.

 

En los periodos de estrés, las glándulas suprarrenales, situadas sobre los riñones, liberan cortisol. Nuestro cuerpo además libera adrenalina para poder proporcionar al cuerpo la suficiente energía en este período. Esto hace tanto que se acelere el ritmo cardíaco como que suban los niveles de glucosa en la sangre.

 

Las células se desgastan rápidamente cuando tenemos esta liberación constante y se van reduciendo funciones como la digestión y reparación de tejidos. Así mismo, el sistema inmunológico es uno de los más afectados; es normal tener gripe cuando tenemos demasiado estrés por muchos días.

 

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Sin embargo, aunque parezca increíble, existen personas adictas al estrés, y esto sucede porque cuando se presenta, el cuerpo libera hormonas, como el cortisol y la adrenalina, y neurotransmisores, como la dopamina, lo que permite aumentar los niveles de energía, desactivando funciones no esenciales y canalizando los recursos hacia los músculos y el cerebro, acelerando la actividad del sistema nervioso central, incluyendo la temperatura corporal, presión arterial y frecuencia cardíaca, es decir, el mismo mecanismo por el que experimentamos una sensación placentera y agradable después de terminar con éxito una tarea exigente y extenuante.

 

En este proceso de adicción juegan un papel importante varios factores, como nuestra genética, nuestro historial de salud, factores ambientales e incluso nuestro entorno social. Pero lo que es importante saber es que el estrés prolongado tiene consecuencias serias entre las que destacan las afecciones cardíacas, los daños en el sistema inmunitario o el envejecimiento prematuro. Eso para no hablar del deterioro en la calidad de vida, las relaciones familiares, laborales y de pareja.

 

Normalmente, la adicción al estrés suele estar relacionada con el trabajo y afecta principalmente a las personas que necesitan una actividad constante, son excesivamente perfeccionistas o competitivas. Los adictos al estrés buscan estar ocupados todo el día, nunca están conformes y les gustaría tener más tiempo solo para ocuparlo, aunque no estén disfrutando con lo que hacen.

 

Como se mencionó anteriormente, hablar de estrés es inevitable hablar del cortisol, el cual se desencadena por la activación inducida por el estrés del hipotálamo-pituitario-adrenal. Esta hormona tiene como objetivo ayudarnos a combatir o escapar de algunas situaciones en peligro. Literalmente, una hormona para la supervivencia.

 

Diversos estudios han analizado cómo opera el cortisol en situaciones de estrés y cómo se manifiesta en el cuerpo. Y en todas estas pruebas de laboratorio quedó claro que cuanto más estresados estemos, más cortisol liberará el sistema nervioso en nuestro cuerpo. Pero existe evidencia de que los periodos prolongados de alto cortisol nos ponen en riesgo de padecer ansiedad, depresión, problemas digestivos, dolores de cabeza, aumento de peso y afectaciones en la memoria y en la concentración, entre otros problemas. Así como sobre el rol que juega el cortisol en el proceso de adicciones a ciertas sustancias, como la cocaína, el alcohol o la nicotina, o en trastornos como la ludopatía.

 

¿Cómo tratarlo?

 

Como en toda adicción, lo primero que se debe hacer es reconocer y aceptar que se tiene una adicción al estrés y del impacto que está teniendo en la salud física y mental. Esto puede ser difícil, pero es esencial para comenzar el proceso de recuperación y así poder empezar a reemplazar los hábitos dañinos por otros más sanos.

 

Después de eso, es importante determinar qué situaciones o pensamientos te llevan a buscar el estrés. Una vez que identifiques tus desencadenantes, puedes empezar a trabajar en estrategias para evitarlos o manejarlos de manera saludable.

 

Se ha observado que la actividad física ayuda a combatir el estrés y, por ende, los excesos de cortisol. Además, también existen varias técnicas de relajación que pueden ayudarte a manejar el estrés de manera saludable, como la meditación, el yoga y la respiración profunda. La alimentación sana también puede ayudar a reducir el desequilibrio endocrino, apoyándose en una calidad de nutrición adecuada para cada persona.

 

El sueño también juega un papel muy importante en la regulación del cortisol. Se sabe que la privación del sueño y la desalineación circadiana aumenta sus niveles. Y hay evidencia de una posible asociación entre factores como el sueño, la regulación del cortisol y la dieta con las posibilidades de padecer alzhéimer.

 

De vital importancia es aprender a decir "no" cuando sea necesario y establecer límites saludables con respecto a tus responsabilidades y compromisos. Ahora bien, si sientes que no puedes manejar la adicción al estrés por tu cuenta, considera buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.

 

Los ritmos de vida actuales son estresantes. Y tendemos a dedicar más tiempo al trabajo en detrimento de otras actividades. Pero no podemos llevar esto al punto de poner en riesgo nuestra salud. El cortisol no es un enemigo, de hecho, es necesario para mantener un estado de salud óptimo, pero no se puede ser dependiente de esta hormona.

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