No sé bien a bien si fue “en Chicote un agasajo postinero / Con la crema de la intelectualidad”, como dice el chotis escrito por Agustín Lara, pero sí que fue en “Madrid, Madrid, Madrid”.
También, dicen, que fue un encuentro casual. No concertado. Que por puritita suerte, hace dos viernes, se encontraron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con el oriundo de la ex Villa del Oso y del Madroño Joaquín López-Dóriga.
No lo tengo confirmado bien a bien, pero hay versiones de que más tarde se sumó al grupo de expresidentes de México el mismísimo Carlos Salinas de Gortari.
Que la reunión se prolongó durante horas y horas.
¿De qué hablaron durante tanto tiempo?
Obvio, no de la inminente entrada del otoño.
¡Ya se imaginará usted!
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La noche del sábado hubo otro encuentro de política ¿y también de negocios? en el exclusivo Au Pied de Cochon polanqueño.
Cenaron juntos el llamado “contratista favorito de López Obrador” José María Riobóo, su esposa “la ministra pirata” Yasmín Esquivel, con Mario Delgado y la compañera de éste (se divorció en 2023 de la madre de sus hijos, Sofía López Mendoza).
¿Bordó la charla sobre la reparación y construcción de escuelas con don José María?
¿Acaso, también, de la reforma que deformó al Poder Judicial, con doña Yasmín?
Riobóo pagó la cuenta. Buena inversión.
Pero, además, también obsequió una carísima botella de vino, de esas que alcanzan los cien mil pesos o más, y que se exhiben en las vitrinas que están a la entrada del lujoso restaurante.
Delgado intentó sacarla a escondidas. Pero muchos comensales se dieron cuenta de lo que podría ser considerado ¿un soborno?
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¿De qué se trata? ¿Para qué quiere López Obrador que haya ciudadanos armados? ¿Es acaso esta iniciativa enviada por él al Congreso de la Unión, una especie de Segunda Enmienda como la consagrada en la Constitución de los Estados Unidos y que protege el derecho del pueblo a poseer y portar armas?
¿No le ha bastado con militarizar no sólo la seguridad pública, también áreas administrativas del Estado que corresponden originariamente a los civiles?
Mientras que él desaparece órganos constitucionales autónomos que no son de su agrado –al INAI por haber servido para que sean ya públicas las corruptelas de su prole--, a otros como el Banco de México los empistola.
Podrán deambular armados, también, funcionarios y trabajadores de Pemex y del SAT. ¿Por qué no los de la CFE?
Y para que no se diga que sólo los empleados gubernamentales fifís podrán cargar armas, también ejidatarios, comuneros, sucesores, pequeños propietarios, avecindados y jornaleros del campo, así como pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos puedan portar pistolas, rifles y escopetas para la protección de sus bienes.
Se trata de una reforma a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
¿Qué tipo de armas?
Pues, pistolas semiautomáticas de calibre no superior al .380 y su equivalente 9×17 mm o 9mm Short o 9mm Kurz, así como rifles .22 y escopetas de cualquier calibre, salvo las de un calibre superior a 18.5 mm.
¿Por qué no a las clases medias víctimas constantes de la violencia, los asaltos, la extorsión y el secuestro o, en ocasiones, hasta víctimas colaterales?
Usted sabe por qué.
Así que, ¡ahora sí! ¡A cuidarse ya no solo de “los malos”! ¡También de “los buenos”!
@AndySKBrown1