Trasplantes, un largo proceso y la diferencia entre la vida y la muerte

Trasplantes, un largo proceso y la diferencia entre la vida y la muerte

Foto: Freepik

En el mundo del espectáculo, uno de los casos más sonados de problemas de salud en los últimos meses es el del conductor Daniel Bisogno, quien se encuentra grave de salud y fue internado para someterse a un trasplante de hígado. El proceso para recibir un órgano suele demorar meses o incluso años, lo que para las miles de personas que están significa la diferencia entre la vida y la muerte.

 

A inicios de año el caso del presentador de espectáculos llamó la atención por su estado delicado de salud derivado de una fuerte infección que incluso llevó a que lo intubaran por un tiempo. Después de meses de espera, Bisogno recibió el trasplante de hígado que tanto necesitaba para mejorar su salud tras un proceso de recuperación en el que también su estado físico se vio deteriorado.

 

El proceso de donación de órganos y tejidos se caracteriza por ser tardado, ya que en todo el país hay miles de personas en la lista de espera de receptores, todos con una urgencia médica. Esto puede variar por diferentes factores, tales como la condición del receptor y el donador, la demanda del órgano y los requisitos estrictos que se requieren para dar un órgano o tejido a otra persona.

 

 

El proceso de espera para un trasplante

 

En primer lugar, el tiempo de espera para recibir un trasplante no está debidamente establecido, ya que dependerá, principalmente, del tipo de órgano que se trate. Por lo general, el tiempo de espera promedio para un trasplante de riñón en México va de los seis hasta los 12 meses, pues se toman en cuenta el número de donadores disponibles y la viabilidad de sus donaciones.

 

Los datos más certeros los otorga el Boletín Informativo del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) y el Sistema Informático del Registro Nacional de Trasplantes (SIRNT). En 2023 en México un trasplante de riñón para sangre tipo A demoró hasta 4.9 meses, mientras que el B fue el más tardado con 9.1 meses, seguido del tipo AB con 8.5 meses y el tipo O que tardó seis meses, para un promedio de seis meses.

 

Los corazones demoraron cinco meses el tipo A, 1.8 el tipo B y 2.7 meses para el tipo O, dando un promedio de tres meses de espera. Por su parte, las córneas tuvieron un promedio general de espera de diez meses durante el 2023. En todos los casos se trató de trasplantes provenientes de donadores fallecidos cuyos órganos se declararon válidos.

 

No obstante, en muchos casos la espera por un órgano o tejido puede extenderse por más tiempo, incluso años, por factores como el tipo de sangre, la fecha en que se ingresó a la lista de espera, la distancia entre donador y receptor, o el estado en el que se requiera el órgano. Este tiempo de espera reduce las posibilidades de vida de una persona o empeora su estado de salud, por lo que hay quienes buscan acelerar este proceso.

 

Las formas para hacer más corta la espera son a través de un donador vivo o mediante una donación expresa. En el primer caso, el más “rápido”, una persona decide libremente darle uno de sus órganos a otra sin que ello suponga un riesgo para su salud, un procedimiento que está regulado en la Ley General de Salud, en la que se establecen los requisitos para donar.

 

Los requisitos son: 

 

  • Ser mayor de 18 años y en pleno uso de sus facultades mentales.
  • Tener compatibilidad sanguínea con el receptor.
  • El órgano o tejido donado, aunque sólo sea una parte, debe ser compensado por el organismo de manera adecuada y segura. Esto aplica en casos como los riñones, pues se puede donar uno y tener una vida normal con el otro.
  • Tener la información sobre los riesgos de la cirugía, así como las consecuencias de la extracción.
  • Lo ideal es que sea entre personas con parentesco familiar o civil. En caso contrario, debe tener aprobación del Comité de Trasplantes del hospital, aval de notario y cumplir con los lineamientos de la Secretaría de Salud para que no sea con fines de lucro.

 

El otro método es la donación expresa que es más tardada, ya que consiste en que una persona se declara donadora de órganos, pero en lugar de dejarlos a un desconocido, hace expresa su intención de destinarlos a un familiar o la persona que elija. Al ser una decisión de mayores de edad, no puede ser revocada por alguien más cuando el donante muera.

 

En todos los casos, lo que se busca es que la donación se haga por principios de altruismo, sin fines de lucro y factibilidad, intenciones que quedarán manifestadas en el acta elaborada por el comité interno del hospital. La donación es un tema urgente en el que cada día puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas que están a la espera.

 

Según el Cenatra, actualmente hay 19,499 personas en la lista de espera para la recepción de un trasplante, de los cuales los riñones son los más demandados. Los receptores que aguardan por un riñón suman 16,377, seguidos de los de córnea con 2,855, 231 de hígado, 18 trasplantes de corazón, siete de riñón-hígado, cinco de riñón-páncreas, tres de páncreas, uno de corazón-riñón, uno de pulmón y un trasplante más de corazón-pulmón.

 

De acuerdo con el SIRNT, en lo que va del año se llevaron a cabo un total de 4,438 trasplantes, siendo los más recurrentes los de córnea con 2,290 y otros 1,899 de riñón, a pesar de que es el órgano con más demanda por afecciones como insuficiencia renal.

 

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estima que únicamente tres de cada 1,000 donantes son aptos para la entrega de sus órganos, tejidos o células, esto porque el resto presentan problemas de salud y afecciones previas que los hacen no viables. Esto se contrapone con el hecho de que cada diez minutos se agrega una persona a la lista y diariamente mueren 20 personas por no tener el trasplante que requieren.

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