Siguiendo con el “Plan C” del presidente López Obrador, en la Cámara de Diputados todavía está en discusión la reforma al Poder Judicial de la Federación (PJF). Ayer se aprobó en comisiones el dictamen gracias al respaldo de Morena y aliados, con lo que está próxima la discusión en el Pleno el proyecto que plantea, entre otras cosas, la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular.
Con 22 votos a favor y 17 en contra, la Comisión de Puntos Constitucionales aprobó el dictamen de la reforma que envió el presidente el 5 de febrero pasado, con lo cual ahora pasará a discutirse en el Pleno de San Lázaro. La controversia más grande de este proyecto es que el mandatario pretende que, en adelante, los jueces, magistrados y ministros de todo el país lleguen a su cargo por el voto de la gente y ya no por sus méritos profesionales.
Esto abre la puerta para que más personas puedan postularse para estos cargos, toda vez que los requisitos que se impondrán son más laxos y no toman en cuenta la experiencia del postulante, sus antecedentes o conocimientos. Entre los requisitos no se vislumbran demasiadas restricciones para que alguna persona pueda acceder a una candidatura como juez, magistrado o ministro.
Los requisitos para acceder al cargo
Una de las modificaciones para el registro de los aspirantes es que se elimina el requisito de tener al menos 35 años cumplidos el día de la elección. En reiteradas ocasiones el presidente ha argumentado que está en contra de que la edad sea una condicionante para acceder al cargo como juzgador, por lo que se bajó a cinco años de experiencia mínima en la carrera jurídica.
En cambio, ahora se tomará en cuenta el promedio que hayan tenido los aspirantes a lo largo de sus estudios universitarios. El único título profesional obligatorio será la licenciatura en Derecho al momento de la elección, en la que deberán contar con un promedio de ocho o más, y nueve en el caso de las asignaciones especiales para el cargo al que se aspire.
De igual forma, se eliminarán otros filtros para los aspirantes, tales como la experiencia de diez años en la que se deben combinar la trayectoria como litigante y como académico. En cambio, ahora se debe presentar un ensayo de tres cuartillas con exposición de motivos sobre por qué se desea llegar al cargo, además de cartas de recomendación de los vecinos y demás personas que den cuenta de que se es un perfil idóneo para el puesto.
A lo anterior se suma el requisito de ser ciudadano mexicano por nacimiento y en uso de sus derechos políticos. Esto aplicará para todos los cargos, como lo son ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), los integrantes del Tribunal de Disciplina Judicial, así como la mitad de los cargos de magistradas y magistrados de Circuito y juezas y jueces de Distrito.
Aunado a esto, también se reducirá el número de integrantes y el tiempo que durarán en el cargo. Por ejemplo, la SCJN pasará de 11 a nueve ministros que estarán 12 años en el puesto y no 15 como pasa actualmente. De igual forma, quienes presidan la máxima instancia de justicia sólo lo harán por dos años, a diferencia de los cuatro que hoy permanecen.
Además, también se ha propuesto la instauración de los “jueces sin rostro”, que significa una figura en la que los jugadores permanecerán anónimos a lo largo de un proceso judicial. Esto se hará especialmente para salvaguardar su seguridad en casos donde se trate de sentencias contra la delincuencia organizada o similares.
Atrás quedaron otros requisitos para magistrados y jueces de Distrito, como el no haber sido condenados por un delito doloso que amerite una pena corporal de más de un año. En caso de aprobarse esta reforma, tampoco será obligatorio pasar los exámenes de cualificación ni cumplir con los requisitos que dicta la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
En este sentido, con los nuevos requisitos que se plantean para la elección de jueces, magistrados y ministros, cualquier aspirante podría acceder a este cargo o al menos llegar a la boleta donde la gente podría votar por ellos.