El surgimiento de plataformas digitales como redes sociales, dispositivos como smartphones, tabletas electrónicas y todo tipo de avances tecnológicos, supuso un cambio en la forma en que la gente experimenta el mundo. Aunque ello significó múltiples beneficios, la realidad es que también hubo demasiados inconvenientes, especialmente con las infancias que están expuestas a todo tipo de contenidos.
En redes sociales, así como en plataformas de video y de streaming, niños y niñas tienen al alcance de un clic todo tipo de contenido, incluso si es inadecuado para su edad. Asimismo, en estas plataformas los infantes son susceptibles de caer en tendencias sobre la forma en que deben vestirse, maquillarse y tomarse fotos, lo que en su conjunto puede llevar a la hipersexualización de las infancias.
La hipersexualización es un término que aplica para todas las personas, pero en el caso de las infancias genera más relevancia por el hecho de tratarse del sector más vulnerable de la sociedad. Este fenómeno puede tener graves consecuencias en el comportamiento y crecimiento de los menores.
El problema de la hipersexualización en las infancias
La hipersexualización se refiere a la tendencia y obsesión de sobresaltar y exagerar los atributos sexuales de un individuo por encima de sus otras cualidades como persona. Esto da pie a que las personas hipersexualizadas sean vistas como meros objetos carnales, siendo esta su única característica destacable sobre su calidad de ser humano racional con sentimientos, emociones y motivaciones.
El principal difusor de la hipersexualización son los medios de comunicación, ya no sólo los convencionales como la televisión, sino que hoy en día las redes sociales y el internet en general son los principales promotores de esta tendencia. Esto se debe a que tienen un profundo impacto cultural y social, especialmente en aquellos individuos que están en crecimiento y formando su criterio.
Si bien puede parecer un problema que la atañe principalmente a los adultos, en específico a las mujeres, en los hechos también repercute en las infancias, en quienes además de permitirse, incluso se legitima y se promueve desde el núcleo familiar y social, quienes exaltan estas cualidades sexuales a temprana edad.
En la niñez se da cuando los menores aspiran, o se ven obligados, a imitar ciertos comportamientos que la sociedad ha hecho ver como “deseables” y sinónimo de belleza o aceptación. Esto se refuerza con todo lo que consumen en internet, como tutoriales de maquillaje, blogs de belleza y letras de canciones que enaltecen las sexualidad, misoginia y relaciones basadas en el sexo con los demás.
Es, pues, una forma de arrebatarle la inocencia a los menores y llevarlos a una forma de pensamiento en la que lo único relevante para destacar como individuos en la sociedad son sus atributos sexuales.
Hipersexualizar a los infantes se ve con acciones tan notorias como vestirlos de manera extravagante, hacer que se comporten de manera sexual e inapropiada para su edad, o bien, con acciones aparentemente inofensivas y normalizadas como preguntarles desde la niñez sobre su novios o novias, hacerlos bailar ritmos sexuales y decirles que se ven “sexys” o “sensuales” con frecuencia.
Aunado a esto, también hay formas de hipersexualización que, lejos de ser mal vistas o criticadas, incluso son premiadas y reconocidas. Por ejemplo, los certámenes de belleza son el ejemplo perfecto de cómo se exhorta a los infantes a comportarse como adultos con base en estereotipos sexuales, con tal de recibir atención, reconocimiento y aplausos, sin importar que sean actitudes impropias de una niña o niño.
También está en la publicidad, series, películas y contenido viral que los niños consumen sin supervisión, donde se les siembra la idea de que mientras más exageren su sexualidad, más aceptados o bellos son. Esto tiene consecuencias para su desarrollo personal y físico, así como para la conformación de su autoestima.
A medida que los niños crecen con la creencia de que la exaltación de su sexualidad es la mejor forma de relacionarse con los demás, se alejan de su verdadera personalidad en aras de conseguir la atención de los demás. Esto trae otros problemas como lo son la ansiedad, trastornos alimenticios, baja autoestima y hasta problemas de estrés o depresión por no alcanzar el reconocimiento deseado.
En el caso de las niñas, son las más vulnerables a la hipersexualización, toda vez que al crecer se enfrentan a la necesidad de demostrar cuánto valen a través de su sexualidad, su relación con los hombres y qué tan atractivas resultan para ellos. Además, se ven enclaustradas en la obsesión de encajar en un ideal estético que muchas veces es difícil de alcanzar, derivando en trastornos alimenticios, baja autoestima y ansiedad.
Por su parte, en los niños se desarrolla la idea de que deben demostrar su hombría y masculinidad a través del sexo y el dominio que ejercen mediante este, siendo la única manera que encuentran para relacionarse con las mujeres e incluso con otros hombres. Asimismo, tienden a dejar de ver a sus parejas como personas, para solamente valorarlas por sus cualidades físicas y atributos sexuales.
Para prevenir este fenómeno, se aconseja dejar que fluyan y crezcan en libertad sin la influencia de factores que puedan sexualizarlos desde niños. En este sentido, se debe supervisar lo que consumen en redes sociales y en otras formas de entretenimiento, a fin de cerciorarse de que todo sea adecuado para su edad.
Desde el núcleo familiar, es importante no ejercer presión sexual a tan temprana edad, aunque se trate de bromas o juegos aparentemente inofensivos. Preguntar sobre sus novios o novias, su aspecto y orillarlos a vestirse y maquillarse de manera extravagante y, en general, no apurarlos a adoptar comportamientos ajenos a los de un niño.