Un problema al que se enfrentan los adultos mayores es el abandono, toda vez que llegan a vivir solos en su casa tras el crecimiento de sus hijos o el fallecimiento de su pareja. Paradójicamente, algunos se rehúsan a salir de su contexto yendo a vivir a la casa de algún familiar, por lo que surge la disyuntiva de qué hacer, dejarlos solos o llevarlos a un hogar donde estarán “acompañados” contra su voluntad.
La sicóloga Karina Cerezo Huerta comentó en entrevista para Imagen Poblana que la principal razón por la que un adulto mayor se niega a mudarse es por todo lo que implica dejar atrás su antigua vida. Para que este sea un cambio positivo, sostuvo que es importante generar mejores condiciones de vida para que el cambio tenga efectos positivos.
En primer lugar, Karina Cerezo explicó que la soledad no es algo negativo per se, ya que también sirve para que las personas, incluidos adultos mayores, reflexionen sobre su vida y su comportamiento. Esta cobra un significado negativo cuando se torna en aislamiento, que es uno de los principales detonantes de depresión.
En los casos donde un adulto mayor vive solo la solución parece simple: que uno de sus hijos u otro familiar lo lleve a su casa. Esta no es una decisión sencilla, explicó Karina, pues para muchos no es fácil empacar y dejar atrás un espacio en el que creció, tuvo y crió a sus hijos, cosechó todo tipo de experiencias buenas y malas a lo largo de su vida y, en términos generales, forjó toda su historia.
“Hay que ponernos en los zapatos del otro (...) pedirle a una persona que deje todos esos símbolos, creo que lo estamos menospreciando a que solamente es un lugar, que son cuatro paredes. No, es toda una vida”, acotó.
Mencionó que un cambio de esta magnitud requiere que haya garantías de que será para una verdadera mejora, pues el hecho de sacar a un adulto de su hogar también exige el compromiso de que tendrá compañía real y no solamente se le trasladará de un lugar a otro para que continúe su aislamiento y su depresión, a pesar de que estará rodeado de otras personas.
Para modificar esto, lo primero es validar lo que el adulto mayor quiere, reconocer que su hogar tiene un significado emocional para su vida y, bajo ninguna circunstancia, obligarlo a dejar su casa. Hizo énfasis en la necesidad de hacerle saber que es una persona importante y que hay quienes desean su compañía, con el objetivo de darle un significado real al cambio de residencia.
“Explicándoles de la manera más transparente como hijos, ‘quiero que estés conmigo, te necesito’, eso es lo que el adulto mayor quiere oír, para qué quieres que se vaya contigo, para qué es importante. Que le demos un significado a ese cambio de residencia. Necesitamos explicarle para qué”, sentenció.
Por otra parte, Karina señaló que cambiar de hogar no es todo para darle fin al abandono, pues se debe tomar en cuenta que un adulto ya tiene un ritmo de vida al que está acostumbrado. Hay quienes tienen una rutina establecida en la que se levantan a una hora y hacen actividades a determinados horarios, algo a lo que les cuesta ajustarse al ir a otro espacio en el que viven a otro ritmo.
Karina recomendó que, para hacer más amena la mudanza, lo ideal es reservar un lugar exclusivo para el adulto mayor, que no lo comparta con nadie y que lo decore a su gusto, incluso trayendo artículos de su antiguo hogar. De este modo, dijo, se genera un espacio seguro en el que podrá refugiarse cuando se sienta estresado o sobrepasado por los cambios en su vida.
No obstante, otro punto igual de importante es que cada día, en algún momento, alguien se acerque y genuinamente se interese en saber cómo está, cómo le impactó dejar su hogar y qué puede hacer para ayudarlo a sentirse mejor. Explicó que al principio tal vez no se obtenga una respuesta favorable, pero el hecho de que haya alguien dispuesto a escucharlo y validarlo puede ser reconfortante.
Por último, nuestra entrevistada señaló que todo lo anterior ayuda a que se sientan como miembros validados en la familia, pero no deben detenerse ahí. Otra recomendación es que se busquen redes de apoyo en las que la persona pueda convivir con personas de su misma edad, a fin de que comparta sus experiencias, historias y, en general, se sienta reconocida.
“El reconocimiento tiene que ver con que, sabemos que no solamente nosotros somos los que vamos a cubrir sus necesidades, tiene que buscar redes de apoyo y esas redes son otras personas de su edad, con quien puede comentar 1,000 cosas y compartir experiencias. Eso, a nivel afectivo, le va a impactar positivamente” finalizó.
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