La desigualdad económica ha sido un tema de debate constante, y la redistribución de la riqueza a menudo se presenta como la solución definitiva para erradicarla. Sin embargo, la premisa de que la redistribución es la respuesta única a este problema ignora aspectos fundamentales de la naturaleza humana y las causas subyacentes de la desigualdad.
Walter Williams, en su obra "Race & Economics", subraya la importancia de comprender las causas de la desigualdad, en lugar de simplemente documentarla y tratar de corregirla mediante la redistribución. Según Williams, abordar la desigualdad sin entender sus orígenes es igual a intentar resolver un problema sin conocer sus raíces. Un ejemplo ilustrativo para este enfoque es la reciente declaración de Kamala Harris, quien atribuye la menor tasa de propiedad de viviendas entre la población afroamericana a la predominancia de tasadores blancos, adjudicando el problema a un sesgo racial. Sin embargo, esta visión simplifica el conflicto y asume que la solución es simplemente exponer la raza de los propietarios, con la esperanza de eliminar el supuesto sesgo.
Este tipo de razonamiento, según Williams, es sintomático de una ideología igualitaria despreocupada por investigar las causas reales de la desigualdad. Para los igualitarios, la desigualdad es vista como un problema autoevidente, resultado de diversas injusticias, incluyendo la opresión histórica o la discriminación racial. Bajo esta perspectiva, la redistribución de la riqueza es entonces la solución obvia, y cuando esta no logra sus objetivos, se interpreta como una señal de que se necesita más redistribución. Este enfoque, argumenta Williams, ignora la realidad de la complejidad de las causas de la desigualdad, las cuales no pueden ser resueltas simplemente igualando los recursos económicos.
Ludwig von Mises, economista, ofrece una perspectiva similar. Para Mises, la desigualdad es intrínseca a la condición humana, y no deberíamos esperar que la riqueza o el ingreso sean iguales entre personas naturalmente diferentes en capacidades, motivaciones y circunstancias. Por esto, en lugar de enfocarse en igualar los resultados económicos, Mises aboga por promover la cooperación pacífica y la productividad, mejorando así las condiciones materiales de la sociedad en su conjunto.
El énfasis de Mises en la causalidad como base del método científico es crucial para el debate. La ciencia, según Mises, se centra en identificar las causas de los fenómenos para poder actuar de manera efectiva. Aplicar dicho principio a la economía significa que, para abordar la desigualdad, primero debemos entender las causas detrás de las disparidades económicas. De lo contrario, cualquier intento de resolver la desigualdad a través de la redistribución será, en el mejor de los casos, ineficaz, y en el peor, contraproducente.
Por lo tanto, la redistribución, si bien puede ser una herramienta útil en ciertos contextos, no es una solución mágica para erradicar la desigualdad económica. La desigualdad debe comprenderse como un fenómeno complejo, arraigado en la naturaleza humana y las diferencias individuales. Para abordarla de manera efectiva, es esencial comprender sus causas subyacentes y de acuerdo con lo discutido, es necesario adoptar un enfoque que vaya más allá de simplemente igualar los recursos. (NotiPress)