Finalmente sucedió, el exgobernador de Puebla Mario Marín Torres salió de prisión sin que se le declarara inocente, pero con la posibilidad de seguir su proceso desde la comodidad de su casa. El caso de Mario Marín y Lydia Cacho es uno de los episodios más oscuros en la historia reciente del estado y una vez más está en el ojo del país por su liberación, a casi 20 años de que se dio a conocer.
El sábado 10 de agosto la periodista Lydia Cacho informó que la jueza Angélica del Carmen Ortuño Suárez determinó cambiar las medidas cautelares de Mario Marín por considerarlo “no peligroso”. Con esta determinación, el exmandatario logró el arresto domiciliario en su casa de Xilotzingo y una multa de 100,000 pesos, por lo que arribó al inmueble la madrugada del 14 de agosto, después de tres años y medio en prisión.
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— Imagen Poblana (@ImagenPoblana) August 14, 2024
El exgobernador Mario M. arribó a su residencia en Puebla custodiado por patrullas de la @GN_MEXICO_, donde permanecerá en arresto domiciliario. pic.twitter.com/GgpWsULIvV
Mario Marín se convirtió en un personaje polémico luego de los hechos ocurridos entre 2005 y 2006, en los que se le acusó de detener ilegalmente a la periodista Lydia Cacho, a quien luego torturó por exponer una red de trata y explotación sexual de menores de edad que involucraron a un poderoso empresario textilero de la entidad, quien a su vez era cercano al entonces gobernador de Puebla.
El oscuro caso de Mario Marín
Para entender este caso es importante remontarse al 2005, cuando Lydia Cacho publicó su libro “Los demonios del Edén: El poder que protege a la pornografía infantil”. En este, la periodista documentó una red de pederastia y explotación sexual de menores en México, en la que estaban involucrados importantes perfiles de la política, así como empresarios locales.
En agosto de 2004 mi editor Ariel Rosales me llamó para proponerme el nombre de mi libro, el manuscrito estaba terminado. Yo siempre estuve segura del subtítulo que quería. Mi libro cumple 20 años, sigue tan vigente como el primer día en que los hizo temblar, intentar… pic.twitter.com/BjXqLAOb6G
— Lydia Cacho (@lydiacachosi) August 12, 2024
Uno de los nombres mencionados fue el de Kamel Nacif Borge, un empresario de origen libanés de la rama textil conocido como el “Rey de la mezclilla”. Después de que se publicó el libro, Nacif demandó a Cacho por difamación y calumnia en Puebla, acusación que se aceleró con la llegada del gobernador Mario Marín el 1 de febrero del 2005, quien influyó en la aprehensión de Cacho.
En diciembre del 2005 el gobernador presionó a una jueza para liberar la orden de aprehensión en contra de Lydia Cacho y el 16 del mismo mes fue detenida en su casa en Cancún. Desde Quintana Roo a Puebla, Cacho fue trasladada por policías judiciales (hoy llamados ministeriales) quienes aprovecharon el trayecto de 20 horas para torturarla física y sicológicamente, aunque también hubo amenazas de abuso sexual.
La periodista ha detallado cómo fue su fugaz encierro, en el que la privaron de su libertad en una celda en condiciones infrahumanas, donde también le tomaron fotografías desnuda en medio de policías judiciales. Alguien más que colaboró en el caso fue Adolfo Karam, que en ese momento estaba a cargo de la Policía Judicial de Puebla.
Lydia Cacho salió de prisión al pagar una fianza de 70,000 pesos, 30,000 menos de los que pagó Mario Marín como multa para su arresto domiciliario, y estuvo más de un año con un proceso en su contra. En todo momento, la periodista ha señalado que su detención nada tuvo que ver con una presunta difamación, sino que fue una venganza por exponer un tema tan delicado como el que detalló en su libro.
Sin embargo, la relación entre Kamel Nacif y Mario Marín no quedó evidenciada hasta el 14 de febrero del 2006, cuando el periódico La Jornada filtró un audio en el que se escucha la llamada entre el empresario y el político. En esta, Nacif le agradeció al “góber precioso”, de ahí su famoso sobrenombre, por ser “el héroe de la película”, como referencia de la detención y tortura de la periodista.
Por su parte, Marín afirmaba que le dio “un coscorrón” a “esa pinche vieja” porque, se escucha, en Puebla se respeta la ley. El mandatario también decía que esto servía como una advertencia para que otros periodistas piensen antes de publicar este tipo de temas, según él, sin pruebas.
Al final de la llamada se escucha a Kamel agradecerle a Marín y decirle que le tenía “una botella bellísima de coñac”, a lo que el gobernador pidió que se las enviara a Casa Aguayo. Asimismo, se pavoneaban de cómo mandaron a Lydia Cacho a un pabellón en la cárcel donde “estaba recomendada con las locas y las tortilleras”.
Pese a que el caso se llevó a la máxima instancia de justicia en el país, esta determinó no investigar a Mario Marín en su momento. En 2007, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) votó para desestimar las posibles investigaciones en contra de Mario Marín, por lo que quedó impune de las acusaciones por tortura, abuso de autoridad y protección de redes de pederastia.
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No fue hasta el 2021 cuando se reabrió el caso y detuvieron al exgobernador en Acapulco para luego ser trasladado a Cancún, Quintana Roo, donde estuvo preso por casi dos años hasta que en 2023 lo trasladaron al penal de máxima seguridad del Altiplano, en el que permaneció hasta hoy cuando inició su arraigo domiciliario en el que continuará hasta que terminen las investigaciones por la tortura que cometió en contra de Lydia Cacho.
Ahora, a 18 años de los hechos, Marín recuperó parcialmente su libertad y así seguirá hasta que termine el proceso en su contra, aunque organizaciones como Artículo 19 y la propia Lydia Cacho afirmaron que apelarán la decisión para que regresa a prisión en un caso que todavía está lejos de terminar.