Desde que anunció sus intenciones de adentrarse en la política, estando en el poder y ahora buscando la reelección, Donald Trump siempre ha tenido en México a su principal blanco de críticas y amenazas. En lo más reciente, el empresario afirmó que el país está controlado por narcotraficantes y que estos grupos del crimen organizado podrían cambiar al presidente en cualquier momento.
Desde el inicio de su campaña presidencial en 2016, Donald Trump siempre se ha referido a México como una amenaza para la seguridad y economía de los Estados Unidos. “Violadores” y “vendedores de droga” fueron los principales señalamientos que hizo en su momento contra los migrantes mexicanos, algo que no cambió cuando fue presidente, lapso en el que coincidió con dos mandatarios mexicanos.
Los ataques no pararon cuando Trump estuvo fuera de la política y hoy los usa en su discurso de campaña en la carrera presidencial de este 2024. Aunque también se ha referido de manera despectiva a otros países, como Rusia y China, con México hay una fijación marcada por varios motivos, uno de ellos, la cercanía y el rechazo que hay en la sociedad estadounidense hacia el pueblo mexicano.
¿Por qué Trump señala tanto a México?
Entre 2015 y 2016, cuando Donald Trump anunció su intención de ser presidente y luego con su designación como candidato del Partido Republicano, iniciaron los señalamientos del empresario hacia nuestro país. Las primeras críticas fueron que, según él, los mexicanos les “arrebatamos lo suyo” como ninguna otra nación, esto tras la victoria de Alejandro González Iñárritu en los Óscar del 2015.
Posteriormente, llegaron las amenazas de construir el muro fronterizo que pagaría México y los ataques más certeros contra los mexicanos, tachando a los inmigrantes de vendedores de droga, violadores, criminales y de quitarles empleos a los locales. En síntesis, a lo largo de su campaña, Donald Trump vendió una y otra vez la idea de que los mexicanos se aprovechaban de los estadounidenses.
En los hechos, el empresario usó a su favor el rechazo que hay de la población de Estados Unidos a los migrantes mexicanos, legales o ilegales. Y es que mientras Trump afirmaba que el gobierno, en ese entonces encabezado por Barack Obama, era sumiso ante la llegada de inmigrantes, la situación económica y social en el país se tornaba complicada para los estadounidenses.
Por ejemplo, de acuerdo con el Departamento de Trabajo, en octubre del 2016 la tasa de desempleo era 6 % menor que la del 2015, pero las solicitudes de apoyo por desempleo crecieron considerablemente. En septiembre del 2016, temporada de campañas y cerca de las elecciones, las peticiones de subsidio eran superiores a los 260,000, con récords de hasta 13,000 en una sola semana.
Aunado a lo anterior, se daban cifras cada vez más altas de migrantes que llegaban a EU y que eran deportados, pues tan sólo en el gobierno de Obama expulsaron a más de 2.8 millones de migrantes. En cambio, los que sí se asentaron en el país, trataban de conseguir empleos con tratos que no respetaban sus derechos, aunque otros eran noticia por la comisión de algún ilícito.
Lo anterior generó un contexto en el que, por un lado, Donald Trump afirmaba que los mexicanos eran un peligro para los estadounidenses en lo económico, pues iban a generar inseguridad y quitar empleos, y por otro, la realidad del país reafirmaba las declaraciones de Trump y los sesgos de la gente que ya de por sí veía a los mexicanos con recelo.
Ya como presidente, Trump no paró con este comportamiento e incluso lo intensificó con el inicio de la construcción del muro en la frontera, más deportaciones y normas como el programa “Quédate en México”, con el que los migrantes con solicitud de asilo permanecían en México, o el Título 42, con el que expulsaron a miles de migrantes de inmediato durante la pandemia por ser un aparente riesgo de salud.
A esto se sumaron las tensiones económicas, pues uno de sus lemas siempre fue el “América primero”, con el que buscó siempre el beneficio de su nación en acuerdos comerciales que involucraran a México. Ejemplo de lo anterior es el TLCAN, con el que consiguió más rendimientos por la producción de electrónicos y maquinaria y generó más empleo en sectores como el tecnológico, todo para su gente.
Además, se dieron en repetidas ocasiones los aranceles a los productos hechos en México con el fin de que no se importaran a EU y, en cambio, se premió la compra y venta de los productos fabricados en suelo norteamericano. Con esto se siguió protegiendo al mercado interno, además de que se limitó la fuga de capitales a nuestro país, como ocurrió con la planta de Ford que se construiría en San Luis Potosí y se canceló en 2017.
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Tras dejar el cargo, Trump siguió sus ataques a México, aunque esta vez contra el presidente Andrés Manuel López Obrador. En reiteradas ocasiones, Trump se ha jactado de la forma en que doblegó a AMLO en temas de economía, seguridad y migración, llamándolo socialista y burlándose de su política exterior, a pesar de que el mandatario mexicano sostenía que había buena relación.
Ahora en su carrera por llegar nuevamente a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump vuelve a usar su discurso en contra de los mexicanos, a sabiendas de que fue la fórmula que contribuyó a su victoria hace ocho años y de que la actualidad del gobierno de Joe Biden no tiene contenta a los estadounidenses.