Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación acústica es uno de los factores ambientales que provoca más problemas de salud, asegurando que la contaminación atmosférica no es la única que tiene efectos perjudiciales para los seres vivos del planeta.
La contaminación por ruido en las grandes ciudades se está convirtiendo en un serio problema de salud pública, que está generando importantes afectaciones físicas y emocionales que inciden directamente en el bienestar de la población, por lo que el fenómeno ya ha sido catalogado por la OMS como el “asesino escandaloso”.
El ruido es el segundo contaminante ambiental de una ciudad y uno de sus impactos más graves se da en la salud, ya que puede derivar en la pérdida de la capacidad auditiva, además de afectaciones cardíacas y de estrés.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, la exposición prolongada al ruido provoca efectos negativos en la salud como disminución de la capacidad auditiva o sordera, trastornos sicológicos como paranoia, irritabilidad, estrés, mal humor y alteraciones en el rendimiento intelectual.
Pero no todo sonido es contaminación acústica. De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales, el ruido perjudicial es aquel que no expresa nada, es decir, es sinónimo de contaminación porque provoca problemas en la salud y repercute en los seres vivos que conforman los ecosistemas donde se encuentra inmersa la población humana.
Añade que la contaminación acústica altera las condiciones normales del medioambiente, a pesar de no ser acumulable, móvil y de permanecer por un lapso, es capaz de afectar la salud y calidad de vida de seres humanos y animales.
¿Cuáles son los sonidos cotidianos que podrían provocar pérdida auditiva?
El nivel de ruido recomendado por la OMS para garantizar una buena salud y bienestar es de 65 dB. Si la exposición es superior a 85 dB, ya hay riesgo de pérdida auditiva crónica. Mientras que si la exposición se repite en el tiempo y por encima de 100 dB, hay riesgo de pérdida inmediata.
Continuamente estamos expuestos al ruido o fuentes sonoras en el entorno natural, laboral y social. Generalmente, la exposición a ruidos suele ser a niveles que no representan peligro para nuestra salud auditiva. Sin embargo, son muchas las situaciones en las que los niveles de ruido pueden ser potencialmente peligrosos para la salud y pueden afectar a nuestra calidad de vida.
Algo muy cotidiano en la actualidad es el uso de los audífonos en sus diversas presentaciones. Estos aparatos son especialmente peligrosos porque el sonido penetra directamente en el canal auditivo interno. Como norma general, si la música está lo suficientemente fuerte como para que la persona que está a tu lado pueda oír lo que escuchas, e incluso identificar la canción, está lo suficientemente fuerte como para causar daños en tu oído. Muchos móviles y dispositivos de música tienen un máximo de 110 dB, nivel que puede provocar lesiones auditivas al cabo de tan solo 5 minutos.
El ruido que emite una sirena de ambulancia o patrulla es muy estridente pero necesario por motivos evidentes. Sin embargo, si una ambulancia o patrulla con la sirena encendida se detiene a tu lado, tu audición se puede ver comprometida en cuestión de minutos.
En las clases grupales de ejercicio, con frecuencia los entrenadores suben el volumen a niveles que pueden dañar la audición. Regularmente, los niveles de sonido superan los 100 decibelios durante un promedio de casi 32 minutos por clase, lo que provoca la pérdida de la audición momentánea.
El tráfico normal de una ciudad produce alrededor de 85 dB, lo que puede afectar de manera considerable la audición si se está expuesto por varias horas.
La exposición repetida y frecuente a sonidos fuertes o moderadamente fuertes durante un largo período de tiempo puede causar pérdida auditiva permanente. Pero esta clase de pérdida de la audición casi siempre puede prevenirse. Estos sonidos incluyen actividades recreativas y de la vida cotidiana tales como música a volumen alto, el ruido de herramientas eléctricas, como motosierras o taladros eléctricos, el ruido de cortadoras de césped, electrodomésticos como licuadoras y aspiradoras, y vehículos, como motocicletas.