Las iniciativas para fortalecer un desarrollo sostenible están trayendo un nuevo tipo de economía: la bioeconomía. A partir de los recursos biológicos y el aporte de las nuevas tecnologías, esta nueva economía puede ser una herramienta bastante efectiva para mitigar los impactos ambientales y a su vez, impulsar el crecimiento económico junto al bienestar social.
A través de recursos biológicos renovables, tales como las plantas, animales y microorganismos, se puede producir alimentos, energía y bienes industriales. De esta forma se puede llevar a cabo una bioeconomía que reduzca la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, para que esta economía prospere, se debe mejorar la integración económica entre sectores y gestionar los productos ambientales, como los créditos de carbono y los certificados de energía renovable.
En este sentido, el Foro Económico Mundial sostiene la importancia de la tecnología para el florecimiento de la bioeconomía. El valor de técnicas como la edición genética recae en su capacidad para modificar secuencias de ADN en la agricultura y la medicina. Por otro lado, a través del bioprocesamiento se pueden crear productos, fabricar combustibles, productos bioquímicos y bioplásticos. Además, con el desarrollo de la bioimpresión 3D y el bioprocesamiento se puede crear estructuras biológicas complejas como tejidos, órganos y alimentos.
Tecnologías como el big data, la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) no se quedan atrás. Estas optimizan el desarrollo de la bioeconomía analizando grandes cantidades de datos para obtener información precisa de las condiciones ambientales y el rendimiento del sistema.
Otro de los elementos que son fundamentales para la bioeconomía es la economía circular para minimizar los desechos y aprovechar los materiales para así, cerrar los ciclos de producción y consumo. Esto se articula con los proyectos de energía renovable que crean incentivos financieros para prácticas sostenibles.
Casos de bioeconomía
La bioeconomía ha sido practicada con éxito en varias partes del mundo. En Brasil, por ejemplo, la conversión de la caña de azúcar en etanol redujo la dependencia de los combustibles fósiles, como también disminuyó las emisiones de carbono y a la vez creó puestos de trabajo. En Finlandia, se reemplazaron los envases de plástico por envases de fibras de madera. En Países Bajos, se crearon bioplásticos a partir de algas, mientras que en Kenia, se convierten los desechos agrícolas y domésticos en biogás para cocinar e iluminar.
De esta manera, la bioeconomía puede desarrollar el curso de la producción sin afectar al medioambiente. No obstante, las soluciones bioeconómicas requieren una inversión significativa en infraestructura y tecnología por lo que el Foro Económico Mundial propone a gobiernos e inversores unirse a este nuevo modelo económico el cual promete grandes beneficios a largo plazo. (Notipress)