Desde el 11 de julio de 1990, en más de 90 países se celebra el Día Mundial de la Población, una fecha en la que se busca poner atención en la urgencia y relevancia de las cuestiones globales demográficas. En los últimos años en nuestro país las características de la población han cambiado considerablemente en varios rubros, tales como en edad, conformación y el número de mexicanos.
El Día Mundial de la Población se instauró a través del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, bajo el argumento de ver qué tanta población sigue sin registro y qué se puede hacer para que nadie se quede sin este derecho, además de evaluar cuáles son los costos para las personas y para la sociedad por la falta de registro de un sector poblacional.
Desde hace más de 100 años en México la población ha experimentado múltiples cambios como el número de personas, la distribución entre hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad, además del promedio de edad de la comunidad. Por estos factores, el pueblo mexicano se enfrentará a numerosos retos de cara a las próximas décadas.
Así cambió la población en México
El principal cambio que se ha visto en la población mexicana es el aumento de la misma, ya que en más de 100 años el número de personas en el territorio nacional es casi diez veces mayor. En el antiguo Censo General de Habitantes de 1921 se contaban 14.3 millones de mexicanos como población, de los cuales siete millones eran hombres y los otros 7.3 eran mujeres.
En contraste, para el 2024 se estima que ya hay 126’014,024 pobladores, nueve veces más. Estos se reparten en 61.7 millones de hombres, el 49 %, y 64.2 millones de mujeres, el 51 %. De seguir con esta tendencia de crecimiento, para el año 2030 se prevé que el país ascienda en el ranking de los más poblados con más de 138 millones de personas Consejo Nacional de Población (Conapo).
Un factor que podría influir en la variación del crecimiento poblacional es el hecho de que cada vez hay más control y planificación familiar, especialmente en las mujeres que tienen acceso a educación y métodos anticonceptivos. Hoy en día más de 98 % de las mujeres en edad fértil tienen conocimiento de algún método para no concebir hijos y 75 % declara usarlos al sostener relaciones sexuales.
Las relaciones también han cambiado significativamente, pues en los últimos años se ve un descenso considerable en la población que decide contraer nupcias. Del 2012 al 2022 se registró una disminución de 13 % en el número de mexicanos que contraen matrimonio y, a la par, se notó un ascenso en el porcentaje de mujeres solteras, yendo hasta 35 %, algo que sube a 46.7 % considerando a las divorciadas, viudas y separadas.
De hecho, según las proyecciones de la Conapo, para el 2050 México seguirá con un aumento poblacional constante hasta llegar a los 150.8 millones de individuos, siendo este su punto más alto antes de que se vea un descenso en la población.
Algo que no se ha modificado en los últimos 100 años es el predominio de la población femenina, pues como se dijo antes, en 1921 las mujeres representaban 51 % y hoy en día siguen con ese 51 %, es decir, se mantienen ligeramente más que la población masculina y en las proyecciones futuras esto no se modificaría.
En contraste, una alteración en el pueblo es el promedio de edad, toda vez que el país poco a poco va envejeciendo más. La población en México que tiene 15 años o menos fue del 22.7 % en 2023, mientras que en 2018 era del 25.3 %. Además, las personas de 15 a 29 años representan el 23.5 %, aunque hace un lustro eran el 24.6 %, lo que indica que cada vez hay menos jóvenes.
Por el contrario, los grupos etarios que más han subido en densidad son los de 30 hasta los 59 años, pues del 2018 al 2023 pasó de ser el 37.8 % al 39 %. En tanto, el sector de los 60 años o más se elevó del 12.3 % a 14.7 % en tan sólo cinco años. Entre estos dos conjuntos acumulan el 53.7 % de la población total del país, por lo que cada vez somos un país más envejecido.
Lo anterior también puede deberse a que la población en México cada vez vive más tiempo. Prueba de esto es que en 1930 la esperanza de vida era de 34 años, 33 para los hombres y 35 para las mujeres. 60 años después, en 1990 este indicador siguió subiendo hasta llegar a los más de 71 años, es decir, los mexicanos vivían el doble, 68 años para el sector masculino y 75 para el femenino.
En adelante, la esperanza de vida ha registrado aumentos constantes, pero ya no tan pronunciados, ya que después de ese año hasta el 2022, el promedio de vida se elevó hasta los 78 años para la población general, 72.6 años en los hombres y hasta 78.4 años en las mujeres.
Un sector que se ha visto beneficiado a lo largo de los años son los niños, niñas y adolescentes (NNA), pues hoy en día tienen más acceso a educación que hace años. En 1970 el 25.8 % de los niños estaba en situación de analfabetismo, cifra que para el 2020 disminuyó hasta al 4.7 %, lo que significa una disminución de más del 80 % de los menores que no van a la escuela.
Retos de México en los próximos años
Lo anterior puede conllevar diferentes retos, como en el caso del envejecimiento poblacional, pues el aumento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad obliga a crear políticas públicas y servicios para atender a una población cada vez mayor y garantizar el bienestar de los futuros mexicanos.
Aunado a ello, se prevén desafíos para cubrir las necesidades del sector productivo, ya que al haber menos población joven en el futuro será un problema encontrar a personas para el mundo laboral.
Otra arista es el problema del desarrollo sustentable, pues a medida que aumenta la población, también crece la presión sobre los recursos naturales que cada año irán escaseando más, y el cuidado del medioambiente que poco a poco se deteriora sin freno. La falta de agua y áreas naturales verdes que ya está presente en estos días, será un inconveniente todavía mayor para las próximas generaciones.
Finalmente, está la necesidad de hacer del país un lugar más igualitario, pues a pesar de los avances sustanciales de años recientes, todavía persisten las desigualdades de género en ámbitos como la educación, el empleo, los salarios y la participación en la política. El empoderamiento femenino y la generación de condiciones más justas representa uno de los mayores retos para la población.