Con el fin del ciclo escolar también llegan las entregas de boletas de calificaciones, algo que para muchos es elemental, pues se empeñan en sacar las notas más altas con la idea de que esto será benéfico para su futuro. Si bien un buen desempeño es importante a lo largo de la vida escolar, la realidad es que este no es el único factor que determinará el éxito en la vida personal y el desarrollo profesional.
En la mayoría de los colegios de prácticamente todos los grados, los estudiantes con el mejor rendimiento reciben reconocimientos, forman parte del cuadro de honor y son distinguidos en las ceremonias de fin de ciclo. En contraste, aquellos que no tuvieron el mismo recorrido se ven relegados, tienen que repetir el curso o, en el mejor de los casos, se ven obligados a seguir con trabajos extras en el verano.
Lo usual es pensar que los alumnos que tienen calificaciones altas están, en cierta medida, con un futuro más seguro y cerca de sus aspiraciones personales y profesionales, mientras que los de bajo rendimiento estarán en la incertidumbre. La realidad es que esto no siempre es así, pues el porvenir de una persona depende de múltiples factores que van más allá de sus calificaciones.
Con frecuencia se escucha que, para tener un buen empleo, se debe contar con un currículum escolar sobresaliente, lleno de dieces que den parte del buen estudiante que se fue. Sin embargo, esto no es del todo cierto, pues hay estudiantes que no tuvieron notas destacadas o estuvieron cerca de reprobar, algunos incluso ni siquiera concluyeron sus estudios, y aun así lograron sus metas.
Las calificaciones suelen ser una combinación de varios factores que no siempre se relacionan con un buen aprendizaje o conocimiento. En algunos casos, sacar un 10 se debe a que se siguieron ciertas indicaciones al momento de hacer un trabajo escolar y no por lo que se sabe, aunque en otros es el resultado de una evaluación de lo aprendido a lo largo del curso, como en un examen de conocimientos.
Por lo anterior, se puede decir que las calificaciones no son sinónimo de inteligencia o conocimiento, pues esto se puede determinar de mejor manera al poner en práctica lo aprendido; no obstante, esto se puede usar como una excusa para no aprovechar los estudios y no prepararse ni mejorar el rendimiento en la escuela, independientemente del grado.
Desde otro punto de vista, las notas sí son un reflejo del compromiso que se tiene como estudiante con una institución y el empeño que se pone para hacer un buen rol, lo que a la postre también lleva a tener un buen aprendizaje que será útil al momento de insertarse en el mundo laboral o para avanzar de grado académico.
En un grado escolar básico, como la primaria o la secundaria, las notas son importantes para medir actitudes, capacidad de aprendizaje, el progreso a lo largo del curso, desarrollo de habilidades y hábitos que evalúa la escuela. También son relevantes para acceder a una institución que toma en cuenta el promedio en la admisión, o bien, para ser candidato a una beca escolar.
Fuera de eso, son pocos los puntos en los que las calificaciones tienen peso en la vida de los estudiantes, aunque entra en juego el factor social y/o familiar. Desde el núcleo de casa se suele presionar para que los menores tengan las mejores notas y sobresalgan con la idea de que esto les asegurará su futuro, al mismo tiempo de que es un motivo de orgullo para los tutores.
En grados más avanzados, como la universidad, las calificaciones toman otro papel en el que su relevancia aumenta dependiendo del área profesional en el que se desenvolverá. En la licenciatura, por ejemplo, el promedio es útil como una medición para el desempeño en la institución, aunque al momento de salir y ejercer la carrera, este no es un factor determinante.
Un buen promedio será más importante en áreas que se relacionan con la práctica académica, como lo son la contabilidad o la enfermería, o en áreas técnicas como la ingeniería y la informática. También se vuelven especiales si la idea es seguir con la formación profesional a través de un posgrado en el que sí se toma en cuenta el currículum académico.
Sacar buenas calificaciones a lo largo de la vida escolar es importante como un indicador de que se están desarrollando ciertas habilidades y conocimientos, aunque esto no determina el éxito profesional de una persona. Por el contrario, lo que una persona defina como éxito dependerá de otros factores como el desarrollo de habilidades en la práctica y el despliegue de lo aprendido, incluso si en la escuela las calificaciones fueron bajas o no de lo mejor.
Centrarse en ser un estudiante de 10 toda la vida escolar puede ser frustrante o estresante, por lo que lo importante es enfocarse en aprender y desarrollar las competencias necesarias que lleven a un buen desempeño profesional.