En México, como en otros países del mundo, la violencia azota con frecuencia con casos de delincuencia, asesinatos, secuestros, balaceras y riñas que se ven día con día. Hace muchos años estos actos causaban conmoción y paralizaban a la gente, pero debido a lo habitual que se volvieron, hoy son indiferentes para muchos y se convierten en hechos normalizados en el día a día.
Las constantes olas de violencia que se viven en el país se han convertido en parte de la rutina diaria de la gente, pues cada día se sabe de homicidios, desapariciones, feminicidios, secuestros o balaceras. Lo anterior no es todo, pues también está la violencia que la gente vive y replica diariamente, con gritos, maltratos, acoso o agresiones, siendo esto un síntoma de la normalización de la violencia.
La normalización de la violencia se define como la conversión de este fenómeno en parte de la cotidianidad para las personas, haciendo que se pierda el impacto mismo de los hechos, la sensibilidad, la empatía con las víctimas y se vea como algo inevitable y sin alternativa. Esto se da en lugares con altos índices delictivos como en México, donde se promedian más de 80 asesinatos diarios y suman más de 190,000 en los últimos casi seis años.
También se vulneran derechos humanos como la integridad personal y el derecho a una vida libre de violencia, además de que repercute en la salud física, emocional y hasta en la sexual. También hay consecuencias en el ámbito escolar, laboral y el social, así como en el libre desarrollo de la personalidad, pues alguien que vive rodeado de violencia se ve imposibilitado en muchos aspectos.
La normalización de la violencia obliga a los ciudadanos a cambiar sus hábitos diarios, tales como no cargar objetos de valor si salen a la calle, no permitir que los niños, niñas o adolescentes salgan de casa solos, dejar de salir en las noches o evitar ir a ciertos lugares, todo por miedo a ser víctimas de algún ilícito.
Existen varios factores que propician que la violencia se vuelva algo inherente a la vida diaria y tienen que ver tanto con la impartición de justicia como con la forma en que se aborda el problema. Una de las aristas que influyen en la normalización es lo arraigada que está la violencia, pues hay quienes la experimentan casi todos los días en sus hogares, en espacios laborales o en las calles.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu), en México 61 % de la población se siente insegura en su ciudad, algo que aumenta en escenarios como cajeros automáticos, transporte público y en las carreteras. De igual forma, 33.9 % de la población considera que la situación de seguridad no ha mejorado en los últimos 12 meses.
En tanto, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2023 señala que en 2022 el 27.4 % de los hogares tuvo al menos a uno de sus integrantes como víctima de un delito. En total hubo 21.1 millones de víctimas de 18 años o más en todo el país, algo a lo que la mayoría de ellos se ha acostumbrado al ser un problema que escapa de su control.
También está la forma en que se aborda el problema en medios de comunicación y cómo reacciona la sociedad ante un acto violento. Los periódicos suelen usar imágenes gráficas y explícitas de asesinatos o de víctimas para alimentar el morbo y conseguir visitas y en medio provocan la desensibilización y reaccionen, no con indignación o empatía, sino con indiferencia y hasta burla ante la violencia.
Cuando la gente deja de impactarse con un hecho violento no sólo cambia su reacción ante la noticia, sino al estar frente a un hecho. Hoy en día hay quienes, en lugar de dar auxilio o ayuda de alguna manera, lo primero que buscan es capturar el momento y subirlo a redes sociales buscando la viralización. Este actuar también satura los espacios digitales de contenido que normaliza la violencia.
Otra de las aristas que más propician este fenómeno es la impunidad que acompaña a la violencia. Aunque hay variaciones en las cifras, se estima que en México entre el 98 y el 99 % de los delitos no reciben castigo, lo que lleva a dos situaciones: la gente comete ilícitos sabiendo que no habrá repercusión, y que las víctimas de resignan a no tener acceso a la justicia en la mayoría de los casos.
En México la mayoría de la población nos hemos acostumbrado a noticias diarias sobre asesinatos, desapariciones y asaltos a mano armada, por lo que difícilmente nos sorprenden más estos hechos. Asimismo, hay generaciones de mexicanos que están creciendo sin conocer otro país en el que no haya violencia y en el que sus hábitos están marcados por lo que sucede a su alrededor.