¿Los dioses prehispánicos quedaron en el olvido?

¿Los dioses prehispánicos quedaron en el olvido?

Foto: FreePik

En la península de Yucatán se manifestó la "furia de Chaac" después de colocarse una estatua en honor al dios griego Poseidón en Puerto Progreso. Residentes del área aseguran que el dios maya Chaac se habría molestado por la colocación de la estatua, provocando fuertes lluvias y la próxima llegada del huracán Beryl.

 

Incluso se lanzó una convocatoria a través de Facebook, en la cual invitaban a la población a retirar la estatua el próximo 15 de julio. Cerca de 1,500 personas respondieron de manera positiva a esta invitación, mientras que otros tantos aseguraban que los eventos meteorológicos no estaban ligados a la colocación de la estatua, por lo que el usuario encargado de la invitación se vio obligado a borrarla.

 

Sin embargo, se viralizó una imagen en X donde se observa la estatua partida a la mitad; pero lo cierto es que Poseidón sigue en pie y las imágenes corresponden al momento en el que fue colocada, por lo que, debido a sus dimensiones, tuvo que ser por partes para evitar afectaciones.

 

Este caso pone en evidencia que los mexicanos le dan mayor importancia y tienen más conocimiento de la mitología griega que de las deidades prehispánicas, olvidando que el turismo extranjero es atraído, entre otras opciones, por la cultura del México antiguo.

 

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Basta mencionar que la civilización prehispánica de México tenía una rica y compleja mitología, llena de dioses y deidades que reflejaban sus creencias y cosmovisión. Estos dioses no solo eran entidades celestiales, sino también figuras omnipresentes que influían en cada aspecto de la existencia diaria. Estos son algunos de los principales dioses del México prehispánico:

 

Quetzalcóatl, conocido como la Serpiente Emplumada, era uno de los dioses más importantes en la mitología mexica. Era considerado el dios del viento, la sabiduría y la fertilidad. Para los toltecas, Quetzalcóatl era una figura central en su panteón. En la mitología azteca, Quetzalcóatl jugaba un papel crucial en la creación del mundo. Se dice que, junto con su hermano Tezcatlipoca, participó en la formación de la Tierra, los cielos y el ser humano.

 

 

Huitzilopochtli era el dios de la guerra y el sol. Era venerado por los mexicas y se le atribuía la protección de su pueblo. Se le representaba como un guerrero con plumas de colibrí. La leyenda de Huitzilopochtli también narra su feroz batalla contra sus 400 hermanos, los Centzon Huitznáhuac, y su hermana Coyolxauhqui, quienes conspiraron para matar a su madre. Esta victoria es fundamental ya que simboliza el triunfo del orden sobre el caos y marcó el camino para la fundación de Tenochtitlán, la capital del imperio azteca.

 

Tláloc era el dios de la lluvia y la agricultura. Era adorado por varias culturas mesoamericanas y se le consideraba esencial para la supervivencia de los cultivos. La leyenda de Tláloc y su esposa Chalchiuhtlicue, la diosa de las aguas, es central en la cosmovisión mesoamericana. Tláloc era considerado el regente de las lluvias y los relámpagos, mientras que Chalchiuhtlicue representaba los ríos, lagos y mares.

 

Tezcatlipoca era un dios de gran importancia en la mitología mexica. Era considerado el dios del destino y la noche, así como el patrón de los hechiceros y gobernantes. Según las leyendas, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl compartían una relación de intensa rivalidad, que simbolizaba la dualidad y el equilibrio entre el orden y el caos. Esta rivalidad se manifestó en la creación y destrucción de diferentes eras del mundo, conocidas como “Soles”.

 

 

Coatlicue era la diosa madre de la tierra y la fertilidad. Se le representaba como una figura con serpientes saliendo de su cuerpo y una falda hecha de serpientes. La narración más conocida sobre Coatlicue describe cómo, mientras barría el templo en el monte Coatepec, encontró una bola de plumas. Intrigada, la recogió y la colocó en su pecho, quedando milagrosamente embarazada de Huitzilopochtli.

 

Xochiquetzal, en la mitología mexica, es la diosa de la belleza, las flores, el amor, el placer amoroso y las artes. Es una de las dos diosas relacionada con la fertilidad de la naturaleza y la belleza, quizás por ello se le representa como madre de Cintéotl o Centéotl. Xochiquetzal, “flor preciosa”, nació de los cabellos de la diosa madre.

 

Tonatiuh era el dios del sol. Se creía que su energía alimentaba toda la vida en la Tierra y que su movimiento diario era esencial para el ciclo de la vida. La leyenda de Tonatiuh relata su sacrificio para convertirse en el sol actual. En un acto de valentía y abnegación, Tonatiuh se lanzó al fuego para asumir su rol como el sol que ilumina el mundo.

 

 

Xipe Tótec era el dios de la primavera, la vegetación y el renacimiento. Se le asociaba con el sacrificio humano y su piel era representada como desollada. El mito narra que Xipe Tótec, en un acto de sacrificio personal, se desolló para alimentar a la humanidad con su piel. Este acto, aunque brutal, era visto como una forma de regeneración, similar a cómo la tierra se renueva y produce nuevos cultivos.

 

Chalchiuhtlicue era la diosa de los cuerpos de agua, como los ríos y lagos. Era venerada por su poder para traer vida y fertilidad a la tierra. Su estrecha relación con Tláloc, el dios de la lluvia y su consorte, subraya la importancia del agua en la cosmogonía mexica y en la vida cotidiana de sus habitantes. Tláloc y Chalchiuhtlicue forman una pareja divina encargada de regular las lluvias y las aguas, vitales para la agricultura y la fertilidad de la tierra.

 

Mictlantecuhtli era el dios del inframundo y la muerte. Además, era considerado el gobernante del Mictlán, el lugar donde iban las almas después de la muerte. Las leyendas sobre Mictlantecuhtli narran su papel crucial en el ciclo de la vida y la muerte. Una de las historias más conocidas es su enfrentamiento con Quetzalcóatl, el dios creador, quien descendió al Mictlán para recuperar los huesos de los ancestros y darles nueva vida.

 

 

A pesar de que varias culturas se desarrollaron en la parte central y el sur-sureste del país, es en esta última región donde aún se llevan a cabo actos de culto o veneración a deidades o sitios prehispánicos.

 

Tal es el caso de la adoración a los cenotes, que en la actualidad es una práctica que se lleva a cabo principalmente en Yucatán y Quintana Roo. Los mayas sabían que debajo de los cenotes corrían ríos y esto significaba para ellos un camino que llevaba a “Xilbabá” – el inframundo, lugar donde, según ellos, las almas de los muertos transitaban hasta llegar al paraíso. Por lo sagrado que esto significaba para los mayas, fueron lugares elegidos para hacer diferentes tipos de rituales: de vida y muerte, de lluvia, de renacimiento y fertilidad.

 

Una tradición que se ejecuta hasta nuestros días se lleva a cabo del 31 de octubre al 2 de noviembreHanal Pixán tiene como significado “comida de las ánimas” y durante estos días se hacen ofrendas o altares alumbrados con velas de cera, se coloca comida típica como: pibes y mucbipollos, pan dulce y fruta. La ofrenda va adornada de floresvelasramas de ruda y, por supuesto, la fotografía de los familiares y amigos que se adelantaron. La gente de los pueblos mayas lleva a cabo esta tradición porque tienen la creencia de que en estos días los difuntos “tienen permiso” para visitar a sus familiares.

 

Ceremonia de Pa Puul

 

Este ritual, que hasta el momento sigue vivo en las comunidades mayas, se hace el 24 de junio para pedir por la lluvia. Todo comienza por la mañana, los niños recogen animales como los reptiles que se asocian con el agua y los meten en diferentes vasijas. Después de esto, la gente se reúne y rompe las vasijas creando un ruido similar a los truenos, por esto, Pa Puul tiene como significado “rompiendo vajillas”. Los antiguos mayas tenían la creencia de que esto ayudaba a traer las tan necesitadas lluvias.

 

Esta ceremonia ha sido celebrada desde tiempos antiguos por los agricultores mayas. Se celebra en diferentes épocas del año en momentos específicos del crecimiento del maíz. Esta celebración consiste en hacer una bebida sagrada, la cual se preparaba con maíz hervido, molido y mezclado con agua de las profundidades de una cueva o del rocío de la mañana. El Sac Ha (agua blanca) es presentado en un altar especial con cuatro piedras en cada esquina que hacen referencia a los cuatro puntos cardinales y una piedra en el centro

 

 

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