La delgada línea entre el discurso de odio y la libertad de expresión

La delgada línea entre el discurso de odio y la libertad de expresión

Foto: Freepik

El 18 de junio se proclamó el Día Para Contrarrestar el Discurso de Odio, como un recordatorio global de la responsabilidad compartida de cultivar la tolerancia, el respeto mutuo y la comprensión en nuestras sociedades.

 

La Asamblea General de la ONU, adoptó una resolución en respuesta a la preocupante proliferación del discurso de odio, proclamando esta fecha, con la finalidad de promover el diálogo y la tolerancia interreligiosa e intercultural, para eliminar el odio en los discursos de diversa índole.

 

Para proporcionar un marco unificado en las Naciones Unidas que aborde este problema a nivel mundial, la Estrategia y Plan de Acción de la ONU para la lucha contra el discurso de odio define este discurso como cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, o también de comportamiento, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad.

 

El discurso de odio promueve la violencia y la intolerancia. El efecto devastador del odio, por desgracia, no es nada nuevo. Sin embargo, su escala e impacto se ven ahora aumentados por las nuevas tecnologías de comunicación. El discurso de odio, también en internet, se ha convertido en una de las formas más habituales de extender una retórica divisoria a escala mundial, poniendo en peligro la paz en todo el mundo.

 

Sin embargo, no hay una definición universal de discurso de odio de acuerdo con el derecho internacional en materia de derechos humanos. El concepto todavía se debate ampliamente, sobre todo en relación con la libertad de opinión y expresión, la no discriminación y la igualdad.

 

Al respecto, expertos en el tema aseguran que es un error confundir la libertad de expresión con el discurso de odio. La libertad de expresión es un derecho, pero como todos los derechos tiene límites. El límite es cuando, a través de la libertad de expresión, se violan otros derechos. Cuando ello ocurre hay que valorar cual es el derecho que prevalece.

 

El ministro en retiro, Arturo Zaldívar, señala es importante no confundir la libertad con el odio; la libertad de expresión con la discriminación, con la incitación a la violencia, o con la falta de respeto a la dignidad de todas las personas.

 

El discurso de odio es quizás el tema que crea más desacuerdo entre los defensores de la libertad de expresión, pues definir una línea clara entre un discurso que es crítico, pero especialmente protegido y un discurso que incita a la violencia es extremadamente difícil.

 

En México, el discurso homofóbico, racista, machista, que afecta la dignidad de las personas y que genera violencia a partir de la discriminación no está contemplado en la Constitución.

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