En una sociedad marcada por la prisa y la incertidumbre, entender cómo las emociones afectan cotidianamente se vuelve crucial. La ansiedad, una de las más comunes, se presenta como una respuesta natural del cuerpo ante situaciones estresantes o peligrosas. Según la American Psychological Association (APA), la ansiedad puede manifestarse de diversas formas, desde preocupaciones excesivas hasta problemas para dormir.
La impaciencia, por otro lado, es la dificultad para tolerar la espera o la frustración. El Oxford English Dictionary la define como la sensación de que el tiempo transcurre demasiado lento, acompañada de irritabilidad e inquietud. La impaciencia puede surgir en cualquier ámbito de la vida, desde una fila en el supermercado hasta la espera de resultados importantes.
Ambas emociones, ansiedad e impaciencia, pueden afectar significativamente la calidad de vida si no se manejan adecuadamente. En una entrevista con La Nación, la psicóloga Rosanna Speranza profundizó en la relación entre la ansiedad y la impaciencia. Según Speranza, la impaciencia es común en personas que padecen trastornos de ansiedad, pero también puede ser experimentada por personas que tienen ansiedad en situaciones específicas y no afecta negativamente su calidad de vida.
Es importante distinguir entre la ansiedad saludable, que prepara y despierta al cuerpo, y la ansiedad que genera un trastorno, afectando la calidad de vida y haciendo sentir atrapadas a las personas. Por ello, la especialista señaló que la ansiedad puede manifestarse de diferentes maneras, pero básicamente una persona ansiosa es alguien que está todo el tiempo anticipándose a lo que puede ocurrir, generalmente anticipando situaciones negativas.
Para prevenir llegar a un estado de ansiedad o de impaciencia crónica, Speranza sugirió cortar con pensamientos anticipatorios, practicar la atención plena o mindfulness para estar en el presente y aprender a reconocer y controlar los pensamientos negativos que generan estas emociones. En este sentido, expertos del Hospital Houston Methodist coinciden en que practicar el mindfulness es benéfica para mantener un equilibrio físico y mental.
Asimismo, destacó la importancia de llevar una vida equilibrada, con ejercicio físico regular, juegos lúdicos para estimular la creatividad y un clima familiar armonioso, especialmente para los niños, quienes también pueden experimentar ansiedad en diferentes etapas de su vida.
Conjuntamente, la psicóloga manifestó en la entrevista consultada por NotiPress que "las personas ansiosas no pueden apagar la cabeza" y, generalmente, sobrepiensan todos los escenarios posibles y, de alguna manera, buscan "tener todo bajo control".
Finalmente, la sociedad actual está caracterizada por la prisa, la incertidumbre y la ansiedad. Es por ello que es fundamental comprender y manejar adecuadamente emociones como la ansiedad y la impaciencia, ya que afectan significativamente la calidad de vida. La psicóloga Rosanna Speranza indicó que hay algunas prácticas para implementar y prevenir un estado crónico de salud. (NotiPress)