Entre lágrimas y recuerdos: Homenaje a los padres que se fueron

Entre lágrimas y recuerdos: Homenaje a los padres que se fueron

Foto: Imagen Poblana

Este 16 de junio se celebra el Día del Padre, una fecha que quizá no causa el mismo furor que el 10 de mayo, pero que sí se asemeja al ser una festividad que provoca sentimientos encontrados en quienes visitan a su padre, incluso si este ya no está físicamente en este plano. Este día, los panteones de todas partes se llenan de personas que asisten a recordar al primer hombre de su vida.

 

Desde que se asomaron los primeros rayos del sol, el Panteón Municipal de la Ciudad de Puebla empezó a recibir a personas que, como cada año, van a dejar una flor, un recuerdo, una vela e, inevitablemente, una lágrima a sus padres que se adelantaron en el camino. Hoy en este camposanto los sentimientos son principalmente de nostalgia y tristeza por recordar a papá después de su partida.

 

Las lápidas que resguardan pasan de estar abandonadas, a ser todo color, adornadas con flores, rehiletes, la comida preferida del difunto y con gente a su alrededor que pasa un momento más al lado de su ser querido. Son los visitantes quienes hacen el ruido, contando anécdotas y recuerdos, soltando alguna risa y varias lágrimas que vienen desde el dolor y la memoria.

 

La mayoría de las personas que hoy celebran con su padre hacen una gran comida en casa, o bien, optan por salir a un restaurante con toda la familia para compartir un momento de unidad. En los panteones pasa algo similar, ya que los hijos e hijas que visitan a sus padres se quedan a comer como si de un picnic se tratara, todos rodeando la tumba de papá, reviviendo otro momento como cuando estaban juntos.

 

Aunado a lo anterior, el silencio diario de los panteones hoy se rompe con la que fuera la música favorita de los padres. José Alfredo Jiménez, José José y Vicente Fernández, son sólo algunos de los artistas que hoy suenan y sirven de homenaje.

 

 

Aquí convergen todo tipo de personas, desde aquellos que llevan décadas visitando a su ser amado, hasta aquellos que, por desgracia, vienen aquí por primera vez tras haber perdido a su padre por diversos motivos. En tanto, otras personas vienen aquí a rememorar a su pareja a la que le juraron amor eterno, incluso si la muerte los separa.

 

“Si lo tuviera yo aquí tal vez no le diría ningún mensaje, solamente lo abrazaría muy fuerte y le diría que lo quiero mucho”, fue lo que dijo Julián González, quién visita a su difunto padre, Rubén González. Don Rubén partió hace más de 30 años, pero hoy sigue vivo en la memoria de su hijo y de sus nietos que hoy también lo visitan.

 

Si bien ya tiene muchos años de fallecido, Julián señala que la ausencia de su padre no deja de sentirse, por lo que hoy viene al panteón con todo gusto a dejarle una flor. Para él este tipo de visitas es algo que se va a seguir haciendo siempre, reconoce que lo ideal sería que no sólo se visite a los seres queridos este día, sino más seguido.

 

Marina Parra viene hoy a visitar a su esposo Francisco Aguilar, una de los cientos de miles de víctimas del covid-19, quién falleció hace casi cuatro años a causa de la enfermedad. Junto a ella vienen sus hijos y otros miembros de su familia, quienes tratan de mantener viva la memoria de un buen hombre y un padre amoroso que siempre procuró de los suyos.

 

“Él fue un gran padre, siempre preocupándose de sus hijos. Dios quiso un angelito y se lo llevó, pero él siempre estaba al pendiente de sus hijos. Un gran hombre, de verdad”, aseveró Marina.

 

En lo personal, para Marina venir hoy a visitar a su esposo le provoca sentimientos de tristeza, pues perdió a un gran hombre, aunque sabe que desde el cielo los cuida. En su caso lo tiene bien claro, si hoy lo tuviera no harían falta palabras, simplemente no lo dejaría ir más de su lado.

 

“Ya no lo dejaría ir, que desde el cielo nos cuide, que nos proteja y no nos abandone, que siempre esté al pendiente de sus hijos, como lo hacía en vida”, afirmó con los ojos llorosos y la voz entrecortada.

 

Nayeli viene a ver a su suegro, Rosendo Castro, fallecido hace diez años a causa de un paro cardíaco. Este es un caso particular, ya que no sólo lo visita ella, sino que también su hija y su nieta, es decir, tres generaciones que mantienen viva la memoria de quien siempre ocupa un lugar en su mente y en sus corazones.

 

“La costumbre no se pierde de venir y festejar un rato con ellos, estar aquí. Lo que le diríamos en vida es que ojalá nunca se hubiera ido, se hubiera quedado aquí con nosotros”, fueron las palabras de Nayeli con evidentes lágrimas en sus ojos y la voz a punto de soltar el llanto.

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